Zandy Aliendres
La acusación hacia el actor Jonathan Montenegro por agresión psicológica hacia su esposa la actriz Yelena Maciel, puso de nuevo en la mesa el tema de la violencia de género en el país.
Maciel engrosa la lista de las féminas que han acudido al Ministerio Público (MP) para denunciar vejaciones y maltratos por parte de sus parejas o terceros.
Hasta el pasado mes de agosto, se habían recibido 48 mil 080 denuncias de acuerdo a los datos ofrecidos el pasado mes de octubre por Maryelith Suárez, encargada de la Dirección para la Defensa de la Mujer del MP.
Suárez detalló en el programa de radio En sintonía con el pueblo que la mayoría eran por maltrato verbal. No obstante, no especificó el número de víctimas, ni cuántos casos llegaron hasta la última fase del proceso judicial.
El maltrato por medio del uso de la palabra no es lo único latente en el país. En lo que va de año 79 mujeres han sido ultimadas en la Gran Caracas. La más reciente fue la maestra Aura Bolívar quien ofrecía por carteles sus servicios como docente a domicilio. Su asesino la contactó por esta vía.
El victimario, ya capturado, responde al nombre de Andrés Ramón Gutiérrez, según informó el Comisario Wayner Oropeza, miembro de la subdelegación del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) de Los Teques.
Violencia arraigada
Para la coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos de las mujeres, núcleo Lara, Hisvet Fernández, las mujeres organizadas han alcanzado varios logros legislativos, entre ellos, la creación de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LODMLV).
Sin embargo, los ataques continúan. Explica que estos pueden llegar a pasar desapercibidos en la sociedad en campañas publicitarias donde la figura de la mujer sigue exhibiéndose como “un objeto sexual”.
“La mujer es víctima de la violencia psicológica en la mayoría de los espacios por donde transita su vida (…) Hay una violencia simbólica y psicológica generalizada contra la mujer y lo más dramático es que está naturalizada”. Explica que los casos donde no se rechaza de inmediato cualquier acto que atente contra la integridad de la mujer es muestra de ello.
Pone como ejemplo “cuando una mujer es violada y alguien dice ‘bueno, qué estaría haciendo, dónde estaría, a qué hora’”. También señala los casos donde hay discusiones en el núcleo familiar y el hombre le pega a la mujer. Comenta que en este tipo de situaciones “la expresión tiende a ser ‘es que ella tiene un carácter muy fuerte’ o ‘es que ella es muy atrevida’” y lamenta que incluso féminas acepten esta conducta.
Para Fernández precisamente esto es lo que hay que cambiar. A su juicio, las agresiones tienen que terminar de aceptarse como un delito y no como fases “normales” de una crisis de pareja. Añade la importancia de que no haya impunidad.
“Tenemos una ley que tiene tipificada la violencia y resulta que hay impunidad. Los casos llegan, las denuncias se hacen pero no llegan a sentencia firme. No llega a castigarse al agresor, al delincuente y la gente sigue pensando que es un problema de pareja”, agrega.
“Los problemas de violencia no se arreglan con terapia.Eso es un delito (…) Robar un banco es un delito, pero pegarle a la mujer también y tú no puedes negociar con los delincuentes”, sentencia.
2014-11-03