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Antes, la mala ortografía era vista por los lectores como un problema social que sólo se resolvía mediante buena lectura y uso del diccionario.
Hoy los errores ortográficos se han vuelto algo común, en particular para las nuevas generaciones, sobre todo en las telecomunicaciones y la mensajería instantánea.
Internet y las redes sociales cambiaron para siempre el modo de comunicarse. Quién no recuerda las abreviaciones, las frases con minúsculas y mayúsculas intercaladas, esas expresiones de dos letras que equivalen a todo un estado de ánimo. Casi se podría decir que se creó un nuevo idioma
Se es más tolerante con las faltas de ortografía. Se sigue abreviando a la hora de enviar mensajes a través de aplicaciones y redes sociales, aunque se suele ser más cuidadoso según qué se escriba. Pero si se habla de los más pequeños es natural preocuparse por los hábitos que puedan adquirir. Y es que no es un secreto que los niños acceden a dispositivos tecnológicos cada vez con mayor precocidad. Sin duda, esto es algo que influye de forma directa en las rutinas de los niños.
Etitza Liendo, licenciada en letras y profesora universitaria, minifiesta que “las redes sociales son una plataforma, un soporte. Mal se les podría culpar de nada. Es la ignorancia de los usuarios lo que enturbia los cristales de esa vitrina que son las distintas redes. Hay un daño colateral, eso sí, que es la multiplicación del error por la misma falta de sentido crítico”.
La profesora universitaria destacó que “el “chateo” y la presunción de prisa no son más que excusas. a gente justifica sus fallas formales argumentando que escribió “rapidito”. La velocidad no debería afectar el saber. La falacia del apuro es lo que ha hecho que para cada error haya una excusa. Mientras eso sea así, nadie corregirá nada”.
Señaló que “La mejor manera de estimular la lectura en internet o en la plataforma que sea es generando contenidos interesantes, amenos y pertinentes en los que se active un registro cuyas marcas discursivas traspasen el muro de resistencia que algunos chamos levantan frente a la lectura.
Eso pasa por indagar acerca de sus intereses, sus aspiraciones y, por qué no decirlo, sobre sus temores y sus inseguridades. En esta Venezuela de hoy, muchos jóvenes sienten que no tienen piso. Esa vulnerabilidad debería ser atendida”.
Eritza Liendo recalcó que “el fenómeno del poco interés en la lectura y a la proliferación de errores en los comentarios que se publican las distintas redes sociales, se podría hacer una campaña de penalización para todo aquel que irrespete las normas elementales que rigen el uso de su lengua materna”.
Liendo aseveró que “mucha gente es hipersensible al juicio público y no le gusta saberse expuesta en un fallo. Por otra parte, estimo que las distintas plataformas deberían tener una especie de filtro que rechace automá- ticamente cualquier escrito con errores de forma o de contenido”.
Además recomendó a los representantes y docentes “padres y profesores, al ser figuras modeladoras deberían predicar con ejemplos y ser adalides de un causa junta. Un joven criado en casa de lectores leerá. Igual que di tuviera profesores que hablaran de las bondades de la lecto-escritura”.
También les recordó a los adolescentes que “el saber no ocupa espacio y que un pueblo ignorante -como dijo Bolívar- es un instrumento ciego de su propia destrucción”.
Por su parte la psicopedagoga Miriam Cova expresó que “La clave aquí es la falta de lectura. Si un niño lee, pues entonces, lógicamente, el nivel de su ortografía sube”.
La experta destacó que “es necesario fortalecer desde la casa y centros de educación el valor que tiene la lectura y la buena escritura para toda la vida”.
2020-02-07
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