El humorismo con ‘bullying’ versus la comedia inteligente, he allí el dilema…
“No estoy de acuerdo ni me gusta ser partícipe de un tipo de show humorístico en el que se dañe o afecte emocionalmente a las personas”.
Así lo considera con plena convicción el humorista venezolano Tomás Carrizales, mejor conocido en sus plataformas de comunicación digital como Tom Krizales.
Entender el humorismo de esa manera ha sido, al parecer, su norte permanente.
Sin embargo, le ha tocado aprender y educarse para no cruzar esa frágil línea delgada entre lo que él mismo llama humor o comedia inteligente y el humor que podría ser ofensivo.
Tom Krizales es criollo de pura cepa, pero actualmente está radicado en Quito, Ecuador. A lo largo de 5 años ha vivido más allá de las fronteras nacionales.
Perú fue su segundo hogar durante casi tres años.
Krizales también es creador de contenido, libretista, creativo publicitario y profesor de escritura creativa.
Desde casi tres mil kilómetros de distancia, Tom Krizales fue el invitado de esta semana en el espacio de entrevistas virtuales La Conversa 2.0 conducido por el director de 2001, Juan Ernesto Páez Pumar.
Como humorista y escritor de comedia y al tener la oportunidad de ser espectador directo de las formas de expresión artísticas y culturales de otras sociedades del mundo, Krizales compartió algunas experiencias personales al respecto.
Demarcó, por ejemplo, algunas diferencias entre el humorismo venezolano y el modo de entretenerse, en ese sentido, de la población peruana.
El humorismo y el bullying
Refirió que en Venezuela existen varios tipos de humorismo y ejemplos dignos de considerar, mientras que, en el caso de Perú lo que prevalece, casi siempre, es un solo tipo de humor, según expuso.
“En Perú el humor es muy circense, un humor muy de golpe, de empujones, de meterte con el público, de burlarte de sus defectos físicos, de su estatura, de su color de piel, de su peso”, describió.
Krizales mencionó que, si se recurre a los términos actuales, estas formas de satirizar ciertas situaciones y personas en Perú podrían denominarse como humor de bullying (burlón y denigrante).
“Hacen mucho humor de calle. Ese tipo de humor lo llevan a la televisión. Es prácticamente lo mismo ver un sketch (escena) en televisión nacional que ver una escena o número cómico en una plaza de Perú. Es casi siempre lo mismo”, aseveró.
El humorismo de calle
El entrevistado explicó que esta suerte de humorismo de calle que practican en tierras peruanas consiste en que dos, tres o más personas se reúnen en un espacio público o al aire libre.
“Bailan, los hombres se visten de mujeres, se ponen el cuerpo voluminoso con globos, almohadas. Sacan a bailar a otros hombres para hacerlos sonrojar y reír”, detalló.
En su opinión, es un humor un tanto fácil, “no porque desestime la complejidad de pararse en una plaza y hacer eso, pero no es un humorismo de libreto ni concebido para lograr o mostrar algo con fines artísticos. Es un humor espontáneo y la gente participa”.
El humorismo y la política
Por otra parte, Tom Krizales piensa que la comedia producida en Perú para criticar de algún modo a los políticos es, a su juicio, muy inteligente.
“Allá hay unos imitadores geniales, y como la política peruana se mueve tanto, entonces los humoristas sacan mucha mecha de esas circunstancias políticas”, expresó.
Reconoce que los programas humorísticos son bien pensados y concebidos y en su resultado final muy bien hechos.
Comentó que en el país andino tuvo la oportunidad de trabajar con comediantes locales, pero no se sintió cómodo.
Entiende que ese es otro tipo de humor; sin embargo, no comulga con ello.
“Me parece una falta absoluta de respeto que una persona pague por ver un show y se siente en primera fila y termine siendo ridiculizado o en objeto de comentarios burlones por parte del humorista”, recalcó.
Apostar por la comedia y el humor inteligentes
Krizales refirió que resulta difícil hacer humor y comedia en tiempos actuales.
Confesó que ha tenido que informarse detalladamente sobre algunos aspectos de las condiciones de vida y orientaciones sexuales de algunas personas, esto con el fin de manejar cuidadosamente lo que escribe para otros comediantes.
Apuntó que en la medida de lo posible se esfuerza por cumplir con los requerimientos de los encargos que le asignan los profesionales de la comedia para los cuales trabaja.
“Por ejemplo, yo trabajo actualmente con Alexander Noguera, mejor conocido como Charli Mata, y tengo claro que él tiene un personaje definido. En ese sentido, el personaje debe seguir haciendo lo que lo caracteriza, porque es su personaje, no es el mío”, afirmó.
No obstante, aseguró que como persona y profesional humorista no practicaría muchas de las cosas que escribe en el ámbito de la comedia.
“En mi caso, mediante mis redes, en el humor que puedo manejar como persona frente al público evito meterme en temas religiosos, porque la religión es siempre un tema álgido. Puedo herir susceptibilidades”, acotó.
De igual manera, manifestó que también evita chistes que estén relacionados a las personas Lgbti.
“Prefiero hacer un humor pensado y un poco más inteligente. Tal vez me van a entender muy pocas personas, pero yo estaré más satisfecho con el resultado”, expresó.
Dijo que una forma de hacer humorismo y comedia en la que no tiene reservas es cuando de figuras políticas se refiere.
“Con quien no tengo contemplaciones es con los políticos y eso es otra cosa”, sentenció.
Los grandes maestros
En su trayectoria como profesional del humor, Krizales trabajó alrededor de 6 meses con David Comedia.
Producía material para sus podcasts en redes sociales; también realizó trabajos colaborativos con Rodolfo Gómez Leal y Carlos Rodríguez, “Rafucho el maracucho”, todos comediantes venezolanos.
“Aquí en Ecuador lo que he hecho es talleres para humoristas que están comenzando en escritura creativa”, añadió.
De los grandes maestros del humor en Venezuela, expresó que se siente orgulloso de haber aprendido diferentes lecciones de comediantes como Laureano Márquez, Emilio Lovera y del legendario Graterolacho, cuyo nombre de pila era Manuel Jesús Graterol Santander.
“Conservo de Graterolacho, primero su manera de vivir, que él la separaba de lo que era su trabajo humorístico”, dijo.
Precisó que este 2023 cumple 5 años fuera del país, y destacó que el ritmo de vida no es fácil.
Puntualizó que el inmigrante tiene que sortear un cúmulo de dificultades, entre la soledad, la distancia y conflictos de xenofobia, entre otros aspectos.
“Yo vi muchas veces a Graterolacho estar abatido por problemas personales, pero a los diez minutos estaba sonriendo porque tenía que entregar un libreto y debía sacar ese material porque el trabajo tenía que salir. Eso lo aprendí de él”, subrayó.
Finalizó con la reflexión de que a pesar de cualquier adversidad siempre recuerda de su entrañable maestro Graterolacho la actitud resiliente de superar casa dificultad y seguir adelante.
“Eso lo valoro mucho”, culminó.
La entrevista a Tom Krizales
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