Redacción Diario 2001
Un diabético que se inyecte insulina no puede dejar de usarla sin la autorización de un médico, pues podría tener dificultades como cansancio extremo, dolor de cabeza, depresión, debilidad, visión borrosa, picos en alza de glucosa, daños neurológicos significativos, enfermedades cardiovasculares, deterioro del control metabólico, retinopatía, nefropatía y hasta la muerte. La hormona en cuestión es producida por el páncreas y se encarga de controlar los niveles de glucosa en la sangre.
“Es importante que los pacientes insulino-dependientes (diabéticos tipo 1 y muchos tipo 2) acudan regularmente al control de un endocrinólogo o médico internista para una dosificación adecuada, a fin de alcanzar un óptimo control metabólico y así evitar complicaciones. El doctor especialista es el único que decide los cambios en las dosis y forma de administrar insulina e incluso si es necesario suspender en forma temporal”, indicó Liliana Fung, jefe de Endocrinología del Hospital Universitario de Caracas.
La médico endocrinólogo explicó que en algunas circunstancias, como por ejemplo en presencia de hipoglucemia, el tratamiento con insulina puede suspenderse temporalmente pero una vez corregida dicha situación médica se reiniciarán las inyecciones con ajuste de la dosis. El cálculo del esquema médico se basa en tipo de diabetes, duración, peso, comorbilidades, riesgo de hipoglucemia, alimentación, nivel de azúcar en la sangre, actividad física realizada, entre otros factores.
En pocas palabras, el tratamiento debe ser individualizado para cada persona según su condición y otros factores como la edad, comorbilidades o complicaciones. Tal esquema debe ser indicado y ajustado por el especialista, asimismo “es necesario que el paciente cumpla con un plan de alimentación supervisado por un nutricionista, y actividad física regular”, precisó la especialista.
Peligro
La suspensión no autorizada: riesgos para la vida del paciente. Las personas que usan insulina no deben dejar de recibirla. “Es muy preocupante saber que hay escasez actualmente de muchos medicamentos, entre ellos la insulina. Los diabéticos tipo 1 dependen de la hormona para poder vivir y un paciente tipo 2 con déficit absoluto de insulina también puede morir si no se la administra”, recalcó Fung.
La endocrinóloga ha notado, que ante la carencia de productos médicos, muchos pacientes han tenido que cambiar el tipo de insulina que venía recibiendo por otras que tienen mayor riesgo de hipoglucemia (disminución glucemia en sangre), deteriorando así su control, y por ende son más susceptibles a complicaciones.
Por ejemplo, en el caso de los pacientes diabéticos tipo 2 que reciben insulina y fármacos orales para controlar la glucemia, la suspensión de la hormona puede conllevar a deterioro metabólico y complicaciones graves. Ante esta realidad, Fung recomendó a los afectados con esta patología a que asistan periódicamente a sus citas médicas para analizar sus opciones de terapia.
Abdomen: Zona a inyectar
Fung recordó que existen muchos tipos de insulina y cada una funciona a un ritmo diferente: varían en el inicio de la acción, pico de acción y la duración. Las insulinas se clasifican en humanas y análogas (imitan mejor la secreción normal de insulina por el páncreas).
Las dosis deben inyectarse en la capa de grasa justo debajo de la piel en el abdomen, muslos o parte posterior y superior de los brazos. “Para evitar inflamaciones u otras alteraciones en la piel, no se debe inyectar todos los días en el mismo lugar exacto. El área donde se inyecta la insulina puede afectar la velocidad en la que funciona, por lo cual el sitio a pinchar debe ser el indicado por el especialista. El más usado es el abdomen”, comentó Fung.
No a los inventos
Si alguna persona que no tiene diabetes se coloca insulina por equivocación o presume la condición, sus niveles de azúcar en la sangre van a disminuir, “pudiendo llegar a perder el conocimiento e inclusive convulsionar o morir. Es por ello que la insulina nunca puede ser automedicada”, señaló Liliana Fung.
2017-03-12