Hoy, 31 de julio, es la fiesta de San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús y quien falleció en este día en el año 1556.
Ignacio de Loyola, considerado un santo diferente, nació en 1491. Como el notable historiador jesuita P. John O’Malley, SJ, comentó, «Ignacio reestableció la base tradicional de la santidad», la cual generalmente implicaba cierto grado de extravagancia.
Por otro lado, P. O’Malley se refiere a Ignacio como un «santo mundano». Ignacio se aseguró de que los primeros jesuitas pasaran la mayoría de su tiempo en lugares relativamente seculares como aulas –enseñando en forma menos directa sobre la Biblia y la doctrina de la Iglesia que sobre la literatura y los clásicos antiguos.
Vida y obra de Ignacio de Loyola
Envió cartas a sus misioneros pidiéndoles que le escribieran no solo sobre su labor, sino también sobre las costumbres locales, la vegetación y la vida silvestre– «todo lo que pareciere extraordinario». Más que nada, Ignacio quería que los jesuitas salieran y «buscaran a Dios en todas las cosas».
Estuvo quince años al frente de la Compañía de Jesús como General, permaneciendo en Roma. Murió el 31 de julio de 1556 y su cuerpo, que fue inicialmente sepultado en la iglesia de Santa Maria della Strada, fue trasladado a la iglesia del Gesù, sede de la Compañía. El papa Gregorio XV lo canonizó el 12 de marzo de 1622 junto con Francisco Javier, Felipe Neri, Teresa de Jesús e Isidro Labrador.
Sus Ejercicios espirituales, publicados en 1548, ejercieron una influencia proverbial en la espiritualidad posterior como herramienta de discernimiento. El metodista Jesse Lyman Hurlbut consideró a Ignacio de Loyola como una de las personalidades más notables e influyentes del siglo XVI.
La Iglesia católica lo canonizó en 1622, y Pío XI lo declaró patrono de los ejercicios espirituales en 1922.
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