Durante los últimos años se ha popularizado y extendido el uso de fármacos contra la obesidad, si bien en realidad son para combatir la diabetes. Son los casos de, especialmente, Ozempic, pero también Mounjaro o Saxenda.
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Durante algún tiempo algunos influencers lo ‘vendían’ como un método rápido con el que perder peso y, viendo tal repercusión y uso, los expertos advierten sobre su uso.
Porque simplemente su inyección no es suficiente para que sea efectivo, sino que a ello se le debe sumar una alimentación sana y hacer ejercicio de forma regular.
Pero, sobre todo, no lo deben usar aquellos que realmente no lo necesitan. “No es para perder dos o tres kilos.
Es un arma contra la obesidad y la diabetes, para pacientes”, explica José Manuel García, miembro de la Junta Directiva de la Federación Española de Diabetes (FEDE) en El Mundo.
Su uso tan extendido ha provocado una rotura de stock a nivel nacional, dejando a muchos de los que realmente lo necesitan sin poder adquirirlo.
Olga González, jefa del Servicio de Endocrinología del Hospital Gregorio Marañón, señala que es un medicamento que “no está pensado para pacientes con un ligero sobrepeso”. Para ellos, añade, lo indicado es cambiar el estilo de vida.
“Debe reservarse para personas con obesidad, que es una enfermedad muy seria. En algunas clínicas privadas se está poniendo para personas que quieren perder seis kilos”.
El problema para Clotilde Vázquez, jefa del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz (FJD), es que es un medicamento que se puede prescribir apenas con un número de colegiado.
“Incluso un médico estético o deportivo. Creo que se ha banalizado la utilización, indicándolo para perder unos pocos kilos”, insiste, lamentando en que esto repercute en pacientes con problemas como la obesidad y la diabetes.
La indicación de la AEMPS sobre el Ozempic
El pasado mes de agosto la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) publicaba un informe sobre el uso de estos tratamientos, basados en el principio activo de la semaglutida.
Su simple nombre ya informa de que debe complementarse con una dieta baja en calorías y la realización de ejercicio físico.
En el citado documento se informa que la prescripción debería ser únicamente para “los adultos en situación de obesidad (más de 30 kg/m²) y sobrepeso (de 27 kg/m² a menos de 30 kg/m²), en presencia de al menos una comorbilidad relacionada con el peso: alteraciones de la glucemia (prediabetes o DM2), hipertensión arterial, dislipidemia, apnea obstructiva del sueño o enfermedad cardiovascular”.
Sin cobertura contra la obesidad
Desde la Sociedad Española de Obesidad (Seedo) reclaman que el fármaco sea financiado para la enfermedad, pues ninguno está financiado contra ella. “Debería replantearse, porque los pacientes obesos lo necesitan.
No todo el mundo puede hacer frente a los costes, de unos 300 euros al mes. En muchos casos, la obesidad no es culpa del paciente”, señala Cristóbal Morales, vocal de la Junta Directiva de Seedo.
Una petición a la que, como pacientes, también se suma la FEDE. “No es solo una pastilla o una inyección. Es una ayuda farmacológica con la que sí se ven los resultados de los cambios en la alimentación y el ejercicio físico”.
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