Durante las últimas dos décadas la cultura pop ha visto el resurgimiento, en el cine y la TV, de uno de los monstruos más temibles: el zombi.
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Pero ¿sabías que la historia de esta terrorífica criatura tiene su origen en el mar Caribe?
Las religiones africanas del Caribe y los zombis
En el período colonial miles de negros fueron llevados en barcos esclavistas desde África a la colonia de Saint-Domingue ubicada en la isla de La Española, pues eran la mano de obra encargada de trabajar la tierra, cultivando tabaco, algodón, café y otros insumos.
Es del dominio público que, a pesar de la catequesis obligatoria a la que fueron sometidos los esclavos de la isla La Española -territorio que más tarde abarcaría a Haití y República Dominicana-, muchos negros se aferraron a las creencias religiosas y a los mitos de sus ancestros africanos, último remanente de la libertad que se les había arrebatado.
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Pero aquellas creencias no solo aportaron alivio y sosiego para las almas resignadas, también fueron motivo de angustia.
¿Cuál es la razón? Los seguidores de una rama de la religión vudú aseguraban que era posible retirar a las personas del reposo de la muerte, para devolverlos a la Tierra.
Pero los que eran retornados no volvían vivos, ni muertos, sino algo a medio camino entre ambos estados: el zombi había sido creado.
Origen etimológico de la palabra «zombi»
La antropóloga Michaelle Ascencio, en su libro Las diosas del caribe, explica que la palabra zombi tiene diferentes orígenes etimológicos: “Viene de las lenguas bantú, del congolés «nsoumbi» (diablo) o «mvumbi» (individuo en estado cataléptico) o del angoleño «zumbi» (fantasma)”, (p.88).
Así las cosas, y a través de los rumores que rondaban por la isla se decía que entre la población de negros había brujos, llamados bokós, que se encargaban de “zombificar” a los esclavos que acababan de morir, para obligarlos a llevar a cabo las tareas nefandas que el hechicero les impusiese.
Esclavitud más allá de la muerte
Suspendidos en el extraño sopor cataléptico de los no-muertos, era poco lo que podían hacer las víctimas de la terrible magia negra para liberarse del encantamiento.
Con el tiempo la noticia del mito alcanzó los oídos de los patronos, quienes comenzaron a emplearlo como una amenaza para que los esclavos que se negaban a trabajar lo hicieran sin chistar.
La figura del liberador
Una parte del mito, menos explotada por las adaptaciones cinematográficas, habla de una figura que sería la contraparte del brujo, se trata del dador o la dadora de sal.
En los cuentos populares, este alimento tenía la virtud de poner fin al estado de servidumbre de la persona embrujada.
El liberador podía ser la esposa del mismo brujo, que, atareada por el gran número de zombis que debía custodiar, decidía liberar a alguno. Se cuenta también que, movido por la compasión, este personaje entregaba la “sal de vida” al alma subyugada.
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Cuando esto pasaba, el liberado volvía a la vida como hombre o como mujer.
En otras versiones del mito luego de probar la sal el zombi recuperaba su conciencia y mataba a su amo-hechicero, con lo cual la magia se disipaba y podía retornar entre los vivos.
Con información de Culturizando
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