El agujero de ozono de 2021 que hay sobre la Antártida está «casi cerrado» y «podría ser uno de los más grandes y de mayor duración registrados», este llega a su fin más tarde que el 95% de todos los agujeros de ozono rastreados desde el año 1979.
Así lo aseguran los científicos del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS), al indicar “Tras una temporada con un agujero de ozono considerablemente grande y persistente"; el cierre tendrá lugar sólo unos días antes que el de 2020.
El director del CAMS, Vincent-Henri Peuch, asegura que «los agujeros de ozono antárticos de 2020 y 2021 han sido bastante grandes y excepcionalmente longevos»; aunque esto no se traduciría en un mal funcionamiento del Protocolo de Montreal, un tratado internacional diseñado para proteger la capa de ozono; sino a la variabilidad interanual derivada de las condiciones meteorológicas y dinámicas; que «puede tener un impacto importante en la magnitud del agujero de ozono y se superpone a la recuperación a largo plazo».
Radiación
Por otro lado, el CAMS ha avisado de que recientemente se han visto índices muy altos de radiación ultravioleta, por encima de ocho; que llega a la superficie de la Tierra sobre zonas de la Antártida situadas debajo del agujero de ozono.
Ante estos datos, el director del servicio ha reivindicado que la vigilancia y trabajo del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus permite monitorizar la creación, desarrollo y cierre de los agujeros anuales de la capa de ozono de «manera detallada» y comparar su desarrollo con los de los últimos 40 años.
Agujero de la capa de ozono
El agujero de la capa de ozono es una zona de la atmósfera terrestre donde se producen reducciones anormales de la capa de ozono. Es un fenómeno anual observado durante la primavera en las regiones polares y que es seguido de una recuperación durante el verano.
Las mediciones realizadas desde finales de los años 1970 se descubrieron importantes reducciones de las concentraciones de ozono en dicha capa, con especial incidencia en la zona de la Antártida.
Se atribuyó este fenómeno al aumento de la concentración de cloro y de bromo en la estratosfera debido tanto a las emisiones antropogénicas de compuestos químicos; entre los que destacan los compuestos clorofluorocarbonados (CFC) utilizados como fluido refrigerante.
La reducción de la capa de ozono y el agujero en la misma generaron una preocupación mundial sobre el incremento en el riesgo de cáncer y otros efectos negativos.
La capa de ozono impide que las longitudes de onda UVB de luz ultravioleta atraviesen la atmósfera terrestre. Estas radiaciones causan cáncer de piel, quemaduras y cataratas; consecuencias que se calculó que incrementarían sensiblemente como resultado del adelgazamiento del ozono, así como daños en plantas y animales. Estas preocupaciones condujeron a la adopción en 1987 del Protocolo de Montreal, en el que los países firmantes se comprometían a reducir a la mitad la producción de CFC en un periodo de 10 años.
La prohibición entró en vigor en 1989. Los niveles de ozono se estabilizaron a mediados de los años 1990 y empezaron a recuperarse en los años 2000. Se espera que la recuperación continúe a lo largo del siglo XXI; y que el agujero de la capa de ozono alcance niveles anteriores a 1980.
Fuente: Público
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