Al igual que los humanos recurrimos a espejos para vernos el cuerpo o el modo en que vamos vestidos, los científicos han descifrado las capacidades de un pez, "Lachnolaimus maximus", para visualizar su propia piel y poder usar esa información como mecanismo de autodefensa.
Se trata de una especie conocida como pez perro por su hocico putiagudo, bastante común en el Atlántico americano, entre la costa Este de Estados Unidos y el Norte de Brasil.
La habilidad de este pez para cambiar de color en cuestión de milésimas de segundo llamó la atención de una las autoras del estudio, la bióloga Lori Schweikert, actualmente en la Universidad de Carolina del Norte, mientras pescaba.
Cuando la investigadora se dispuso a guardar el pez en la nevera del barco tras haberlo pescado, se dio cuenta de que había adquirido el mismo color que la cubierta de la embarcación.
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El hecho de que el pez fuera capaz de camuflarse, aun después de muerto, llamó la atención de Scheweikert, ya que podría indicar que el animal detecta la luz solo con la piel, al margen de sus ojos y cerebro.
Los estudios sobre la visión cutánea del animal determinaron que el pez perro cuenta con un gen que contiene una proteína sensible a la luz llamada opsina, que se activa en la piel y que es diferente a la opsina del ojo.
La pregunta que ha intentado responder la investigación que publica hoy Nature Communications es cómo funciona ese detector de luz de la piel.
Sus hallazgos concluyen que el animal cuenta con un mecanismo de retroalimentación sensorial que funciona como una especie de cámara Polaroid interna que le permite, literalmente, contar con una "foto" interna de su propia piel desde dentro.
"No decimos que la piel del pez perro funcione como un ojo, porque el ojo no solo se limita a detectar la luz, también forma imágenes, sino que se trata de un mecanismo de retroalimentación sensorial que le permite controlar los cambios de color de su propia piel y adaptarlos a lo que ven sus ojos", explica Scheweikert, en el comunicado difundido por la revista.
La información obtenida a través de esa visión cutánea ofrece al pez perro la habilidad de esconderse de depredadores o de otras amenazas, entre otras, lo que en este caso puede ser cuestión de vida o muerte.
Los autores del estudio, llevado a cabo por el Instituto Tecnológico de Florida, la Universidad Internacional de Florida y el Laboratorio de las Fuerzas Aéreas, creen que sus conclusiones serán de utilidad para desarrollos tecnológicos como los coches autoconducidos, uno de cuyos retos es ajustar su rendimiento con sensores sin depender únicamente de técnicas de imagen.
Agencias/EFE
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