Cerveza, la bebida perfecta para acompañar un partido de fútbol por TV o para cerrar una larga jornada de trabajo; suele estar asociada a los momentos de ocio, disfrute y una que otra borrachera, pero también a una comunión divina para acercarse más a Dios.
¿Sorprendido? Si conoces un poco la historia de la cerveza, sabrás que para muchas culturas antiguas en distintas partes del mundo; su consumo se asociaba con rituales sagrados de comunión con los dioses. Del Imperio Inca hasta los faraones egipcios, pasando por los pueblos celtas, o las milenarias civilizaciones chinas o japonesas. Todas tienen su versión de la cerveza, y sus leyendas con los dioses.
La tradición cristiana no es la excepción, y su historia con la cerveza; se remonta a los monjes belgas, alemanes, ingleses y holandeses; que se volvieron expertos maestros cerveceros, produciendo distintas cepas de la bebida a base de cebada; con técnicas que se mantienen hasta nuestros días.
En estos tiempos de cuaresma, un espacio de 40 días previos a la celebración católica de la Semana Santa. Una historia particular vuelve a renacer, la leyenda de los monjes belgas y alemanes que ayunaban con una dieta a base de cerveza.
Sí, como lo leen, 40 días consumiendo solamente cerveza, una práctica que realizaban para preparar su cuerpo y mente para los días santos.
¿En qué consiste?
La historia volvió a ser compartida en días recientes por Martin Zuber, el maestro cervecero y sommelier de cerveza de la compañía alemana Paulaner que fue fundada en 1634 por los monjes cerveceros.
Él contó que durante el siglo XVII un grupo de frailes miembros de la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, que vivían en el claustro Neudeck ob der Au ubicado a las afueras de Munich (Alemania) adoptaron el ayuno con cerveza como su método para pasar la cuaresma.
En ese tiempo el ayuno era obligatorio en los claustros y abadías católicas, una práctica que se basa en consumir solo una comida al día y renunciar a comer entre horas. La idea detrás de esto es emular las penurias que pasó Jesús en su tiempo de peregrinación por el desierto.
Pues bien, al no poder consumir alimentos sólidos durante su ayuno, los frailes franciscanos decidieron optar por algo con más sostén que el agua y empezaron a alimentarse solo con cerveza todos los días.
Esta bebida, a la que llamaban “pan líquido”, la fabricaban ellos mismos, asegurándose que tenían una gran cantidad de carbohidratos y nutrientes que los ayudaban a aguantar los largos días sin comer. Además tenía la característica de ser dulce en sabor, bajo nivel de alcohol y una fuerte consistencia.
En las denominaciones modernas esta cerveza sería una doppelbock, y sigue conservando la mayoría de características en cuanto a cuerpo, sabor y propiedades maltosas que las que hacían los monjes franciscanos.
La receta del “pan líquido” fue la inspiración de la cerveza “Salvator”, el nombre con el que se conoce a una de las cervezas en el catálogo de la cervecería Paulaner, que adoptó su fabricación cuando fue fundada. El nombre proviene de “Sankt Vater” que traducido sería “la cerveza del Santo Padre”.
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