En la medida que los cigarrillos electrónicos están ganando adeptos, también aumentan las voces de preocupación por una nueva fuente de adicción a la nicotina.
En los últimos años, las ventas de los llamados e-cigarette se han disparado. En Estados Unidos aumentaron de 50.000 en 2008 a 3,5 millones en 2012. Mientras que en Europa la cifra supera actualmente los 10 millones.
Este incremento del consumo ha abierto el debate sobre su regulación, ya que en la actualidad los cigarrillos electrónicos para usos no terapéuticos están en una especie de limbo legal en la mayoría de los países, incluido EE.UU.
En Reino Unido, Gales está estudiando la posibilidad de prohibirlos en espacios públicos, lo que le daría el mismo tratamiento que un cigarrillo convencional.
Pero, ¿qué es exactamente un e-cigarette?
Estos dispositivos vienen en dos partes: en un extremo está la nicotina líquida, y en el otro está la batería recargable junto con el atomizador.
Cuando el usuario inhala por la boca, el líquido de la nicotina se vaporiza y se absorbe.
Lo que parece humo es vapor de agua, quizás por ello a estos cigarrillos se les llama con frecuencia en el mundo anglosajón vaping.
Debido a que tienen nicotina, la persona tiene el ingrediente que crea la adicción al cigarrillo, pero sin las toxinas dañinas que se encuentran en las versiones reales con la hoja del tabaco.
¿Esto quiere decir que son seguros?
De acuerdo con la Asociación Médica Británica la respuesta es sencilla: todavía no se sabe.
Se trata de un producto relativamente nuevo, y para evaluar y determinar sus posibles riesgos se requieren de estudios a largo plazo.
No obstante, en Reino Unido la Agencia Reguladora de Productos para la Salud le dará un tratamiento de medicina a partir de 2016.
Parte del razonamiento de esta medida se debe a que existe la preocupación de que los cigarrillos electrónicos disponibles en el mercado no cumplen con los estándares adecuados de seguridad, eficacia y calidad.
En Estados Unidos, sólo los e-cigarettes comercializados para usos terapéuticos están regulados por la Agencia de Control de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).
No obstante, la FDA busca promulgar restricciones para los "productos novedosos de tabaco" (e-cigarette, geles de nicotina y algunos productos de tabaco soluble) que, como se lee en su sitio "reduciría la iniciación y aumentaría la cesación", especialmente entre los jóvenes.
Por otra parte, algunos expertos aseguran que se han encontrado "niveles de contaminación" en algunos productos, mientras que consideran que no todos los e-cigarettes disponibles en el mercado cumplen con los estándares de fabricación.
Sin embargo, existe un consenso generalizado que los cigarrillos electrónicos son menos dañinos que fumar tabaco, cuyo hábito es responsable de más de 5 millones de muertes al año, según el Centro para el Control de Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés).
¿Puede servir para dejar de fumar?
Si bien organismos oficiales, como el sistema de seguridad social británico, no recomiendan los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar, existe evidencias de que puede ayudar.
Un equipo de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelandia, publicó el año pasado un estudio sobre ensayos clínicos en los que comparaban los dispositivos con los parches de nicotina.
Los resultados publicados en la revista Lancet mostraron que el 7,3% de las personas que usaron e-cigarettes dejaron el cigarro a los seis meses, comparado con el 5,8% de quienes utilizaron los parches.
Lo más asombroso fue que tras ese período, el 57% de los usuarios del dispositivo electrónico había reducido a la mitad el número de cigarrillos convencionales que fumaban al día, comparado con el 41% de quienes usaron parches.
Hay que acotar, sin embargo, que la investigación no involucró a un número considerable de participantes -sólo 657- para probar que definitivamente es una mejor opción.
También existe la preocupación de que un aumento en la popularidad de los cigarrillos electrónicos pueda actuar como puerta de entrada al consumo de tabaco, particularmente entre los jóvenes.
Varias asociaciones gubernamentales han mostrado su preocupación sobre la forma en que este producto se promociona en redes sociales y las versiones de sabores a frutas, menta y chocolate que tienen y pueden ser atractivos para los niños.