El término hematofobia se utiliza para referirse a un tipo peculiar de fobia que se caracteriza por el miedo irracional a la sangre.
Qué es la hematofobia
Para empezar, debemos aclarar a qué se le llama fobia en el ámbito de las ciencias de la salud. Se reúnen en esta clasificación una serie de trastornos caracterizados por la presencia de un miedo irracional ante una determinada situación o imagen.
Durante una crisis de fobia, se ejecuta una respuesta automatizada orgánica cuyo objetivo es preservar la salud física y psíquica del individuo. Las personas con este tipo de dolencia saben que su reacción es extremista, sin embargo, no pueden evitarla.
La naturaleza de la hematofobia es el temor irracional a la sangre, que se dispara cuando, quien la padece se expone a imágenes de violencia, jeringuillas, heridas, hospitales u otros símbolos que pudieran relacionarse con ella.
Las personas con hematofobia tienen terror a hacerse análisis clínicos, someterse a operaciones e incluso en ocasiones ni siquiera pueden acudir a la consulta médica.
La explicación de este miedo puede residir en traumas o afecciones del sistema emocional; por ejemplo, podrían ser detonantes el haber sufrido alguna pérdida significativa en la vida. El haber experimentado un acontecimiento impactante que haya derivado en pensamientos obsesivos en torno a la muerte y a su violencia.
Para sufrir una crisis de hematofobia, no es necesario que la persona se encuentre en una situación de peligro. El sólo hecho de ver sangre en una herida pequeña o una aguja puede provocarla.
Síntomas de la hematofobia
El malestar de una crisis de hematofobia puede ir desde simples molestias hasta síntomas altamente nocivos; todo depende de la gravedad del trastorno que se padezca. Te contamos cuáles son los síntomas para que puedas detectar esta fobia a tiempo.
Una persona con hematofobia, experimenta los síntomas propios de cualquier fobia: dolor de cabeza, mareos, sudoración y ansiedad anticipatoria. Estas señales conducirán a adoptar una conducta de evitación (intentará escapar de esa situación, movida por la profunda impresión que esto le causa). Pero además, debido a una peculiaridad de este tipo de fobia, la hematofobia implica otro síntoma: la respuesta bifásica.
La respuesta bifásica se compone de dos estadios. En el primero tiene lugar un aumento desproporcionado del ritmo cardíaco, que viene acompañado de la activación del sistema nervioso simpático y del aumento de la presión arterial.
Seguidamente, el organismo pasa a un segundo estadio, que se caracteriza por un descenso brusco de esos mismos parámetros. El desenlace de la respuesta bifásica puede variar dependiendo de la gravedad de la dolencia; el síndrome o síncope es la forma más perjudicial de este síntoma y consiste en la pérdida total del conocimiento.
Este síntoma específico de la hematofobia es la razón por las que muchos profesionales de la salud la consideran una de las fobias más peligrosas; puesto que no se trata de un malestar estrictamente psíquico sino que abarca una respuesta fisiológica que debe tratarse debidamente.
Consecuencias de la hematofobia
¿De qué forma este miedo irracional a la sangre puede afectar el desarrollo normal de la vida del individuo? Generando un detrimento en la calidad de vida, no sólo en el plano psicológico y emocional sino también en su salud física.
Por un lado, las violentas fluctuaciones de la presión arterial y el sufrimiento de síncopes de forma prolongada pueden provocar otros problemas de salud. Razón por la cual el comportamiento de evitación que provoca la fobia, conduce al individuo a oponerse a recibir atención médica para no tener que exponerse a imágenes que provocan ese miedo. Esto puede ser sumamente perjudicial. Las consecuencias de este cóctel a largo plazo suponen un deterioro rotundo de las funciones vitales del organismo.
Cabe mencionar que las personas con hematofobia tienden a ocultar este miedo porque se sienten avergonzadas; esto las impulsa a crear excusas sólidas para justificar su ausencia en las consultas médicas o su resistencia al tratamiento clínico. En estos casos, la contención familiar y la ayuda de buenos profesionales puede ser vital para el restablecimiento de la vida normal del individuo y la preservación de su salud física y psíquica.
Diagnosticar a tiempo la hematofobia puede prevenir muchos problemas y a la vez, ayudar a sostener (o recuperar) la calidad de vida del paciente. Recuerda que tratándose de una fobia que puede provocar también consecuencias físicas, dejar pasar mucho tiempo desde que se notan los síntomas hasta que se busca ayuda puede comprometer seriamente tu bienestar.
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