En un estudio de tres años de duración, científicos australianos han demostrado que en las noches de luna llena de primavera y verano los tiburones grises que viven cerca de los arrecifes de coral de Palau, en Micronesia, cambian su comportamiento.
En concreto, siguiendo a 39 hembras de la especie Carcharhinus amblyrhynchos observaron que, mientras en invierno se mantienen cerca de la superficie (descendiendo como máximo a 35 metros), cuando las aguas del océano se caldean y en el cielo brilla la luna llena, estos escualos se sumergen a mayor profundidad, nadando hasta más de 60 metros bajo la superficie. En las noches de luna nueva, sin embargo, permanecen en aguas poco profundas.
Los autores del trabajo, publicado en la revista PLOS ONE, sospechan que seguir el ciclo lunar ayuda a los tiburones a gastar menos energía, encontrar comida fácilmente y evitar a otros depredadores. Y aseguran que el brillo lunar podría afectar al movimiento de todos los grandes peces, incluídos atunes y peces espada.