BBC MUNDO
Recientemente se inauguró la tercera y última sección del "High Line", el innovador y popular parque urbano neoyorquino construido sobre la ruta de una elevada línea de ferrocarril abandonada.
Ubicado entre las calles 30 y 34, abarcando desde la Estación Penn al Río Hudson, la nueva sección ha impulsado un desarrollo inmobiliario, revitalizando un corredor de 4km del lado oeste de Manhattan.
Por ese paseo, el Museo Whitney reabrirá sus puertas con un nuevo edificio diseñado por el reconocido arquitecto italiano Renzo Piano.
Pronto, los espacios aledaños al Hudson quedarán cubiertos con 16 nuevos rascacielos y un nuevo barrio cobrará vida con 5.000 nuevas viviendas, escuelas, lugares de trabajo y esparcimiento.
Aunque el "High Line" no se puede llevar todo el crédito por revitalizar la parte baja del lado oeste de Manhattan, desde hace mucho tiempo los parques han servido como catalizadores del desarrollo urbano, además de proporcionar un respiro entre edificios y calles atestadas de gente.
De privados a públicos
De hecho, uno de los primeros parques modernos, el Princes Park en Toxteh, Liverpool, inaugurado en 1842, fue planificado originalmente para contener elegantes viviendas a su alrededor.
Fue justamente la presencia del parque diseñado por Joseph Paxton y James Pennethorne lo que atrajo a compradores adinerados. Posteriormente, el patrón se repitió no solo en Inglaterra, sino en toda Europa y al otro lado del Atlántico.
En 1850, Frederick Law Olmstead, arquitecto paisajista y crítico social, visitó el Birkenhead Park, diseñado por Paxton también cerca de Liverpool. Inaugurado tres años antes, este fue el primer parque británico financiado con fondos públicos.
Al concluir su paseo, Olmstead señaló que estaba "dispuesto a admitir que en el democrático Estados Unidos no hay nada que se le compare al Jardín del Pueblo".
2014-11-17