Un día levantó el brazo y prometió no bajarlo nunca más. No estaba pidiendo la palabra ni parando un colectivo o un taxi, se trató de una causa mucho más loable: nada menos que la paz mundial.
Pasaron casi 50 años, y el hombre sigue con el brazo levantado. Fiel a su promesa. Por supuesto, después de tanto tiempo, no podría bajarlo aún si quisiera. Está completamente atrofiado.
Para entender esta historia, acaso si es posible, primero es necesario explicar que el hombre, que se llama Amar Bharati y es de la India, es un sadhu, es decir, un monje o asceta que lo abandona todo para seguir el camino de la penitencia con el objetivo de alcanzar la iluminación.
En el hinduísmo, la vida pasa por cuatro fases: estudiar, ser padre, ser peregrino, y finalmente convertirse en un sadhu.
En 1973, Bharati había superado las dos primeras fases: había estudiado, era empleado de banca en la India, y tenía 3 hijos. Pero no estaba satisfecho con su vida.
Fue cuando decidió abandonarlo todo, levantar el brazo como penitencia por la paz mundial, en honor del dios Shiva, y no volver a bajarlo nunca. Y cumplió.
La promesa se mantiene
Y aquí está Bharati, 48 años después y sigue manteniendo su promesa: hace casi medio siglo inició la peregrinación, se convirtió en un asceta, y hoy es uno de los sadhu más venerados de la India.
“No pido mucho. ¿Por qué nos peleamos entre nosotros, por qué hay tanto odio y enemistad entre nosotros? Quiero que todos los indios vivan en paz. Quiero que todo el mundo viva en paz”, explicaba en una entrevista.
Amar Bharati confiesa que los dos primeros años fueron una tortura, especialmente las primeras semanas. El brazo le dolía mucho, el dolor era insoportable. Lo mantenía levantado incluso cuando dormía.
Pero ya había decidido convertirse en sadhu, y su penitencia estaba justificada: la paz mundial y honrar a Shiva, bien vale un brazo levantado.
A partir del segundo año el brazo comenzó a paralizarse, y dejó de sentirlo.
Ahora ya no puede moverlo. Los cartílagos del hombro y del codo se han secado. No los puede doblar. La única forma de hacerlo, sería rompiéndolos.
Este tipo de hazaña, que para nuestra cultura occidental podría parecer una locura, en el hinduísmo en cambio son muy respetadas.
Se estima que existen varios millones de sadhus en la India, aunque la mayoría se conforma con ayunar, rezar o meditar.
Fuente: Clarín
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