Inicia la temporada de 1994… Ayrton Senna, un experimentado piloto para el momento y el último gran ídolo brasileño, había manifestado ya su entera inconformidad por un coche de la escudería Williams, que le resultaba rígido e incómodo.
Una campaña accidentada, así como ha resultado esta catastrófica pandemia; empañaba a la siempre dominante Fórmula Uno. San Marino no inició bien ese mes de mayo, y a la salida de Ímola aquel domingo; el coche de seguridad debió entrar a pista después del arranque mientras acomodaban las vías por un tempranero accidente.
La lentitud en carrera, causada por el auto controlador; se prolongó hasta la vuelta número seis… Era un recorrido considerable sin poder ningún auto sobrepasar las velocidades acostumbradas y sin poder avanzar de sus puestos originales. Varios conductores extendían sus brazos para solicitar la premura de los organizadores.
Al retirarse el Safety Car, se reanudaba la competencia; un circuito más, y de inmediato; el desastre. Senna, quien venía embalado con su monoplaza, se encontró de frente con la curva de Tamburello, y en lugar de trazarla para avanzar en pista; salió de ella en línea recta para impactar a unos 218 kilómetros por hora contra una pared de cemento. Intentó frenar, con la propiedad que obliga a cualquier ser humano para bordear siempre una curva, dobló el volante hacia su izquierda; pero el automóvil no respondió. La barra de dirección, estaba rota; aunque a ciencia cierta, nunca se demostró.
Al estrellarse, un neumático delantero se desprendió y lo golpeó en el casco; lo que muy probablemente ha podido dejarlo inconsciente. Pero dos partículas del monoplaza le atravesaron el cuerpo… Una barra de metal penetró en su casco, mientras que otro objeto, se alojó en su tronco. El primer golpe en su cabeza, originó fuertes fracturas de cráneo y pérdida de masa.
La asistencia médica en el lugar, que tardó en llegar más de lo previsto; se apersonó luego para sacarlo del vehículo y hacerle una traqueotomía en el propio sitio del siniestro. En cuestión de minutos, fue trasladado en helicóptero hasta el Hospital Maggiore de Bologna. Fue un momento desolador para la primera categoría automovilística del mundo, y para todo el planeta. Se transmitía cada paso de la tragedia, en vivo y en directo.
En el recinto sanitario, Ayrton permaneció en coma inducido por algunas horas, para confirmarse pronto, su muerte cerebral. Expertos patológicos y forenses, argumentan que todo aquello fue quizás innecesario, pues; reseñan que el impacto que recibió el brasileño fue tan contundente, que su deceso fue instantáneo. En paralelo a todo, la carrera en Italia continuó; la ganó por cierto, un incipiente Michael Schumacher.
Un día antes en esa misma pista, el 30 de abril de 1994; había fallecido el debutante piloto austríaco Roland Ratzenberger. Formaba parte de las pruebas clasificatorias para el Gran Premio, cuando otra curva le quitó la vida. El joven llevaba sólo tres carreras disputadas en su cortísima vida profesional en la categoría élite, cuando la muerte lo sorprendió.
Senna, quien había sido un activo defensor por la seguridad de todos; quedó conmocionado. Y junto a otros pilotos, solicitaron una reunión de emergencia para proponer que si no se mejoraban las condiciones para salvaguardar la integridad de los profesionales involucrados; no iban a correr el domingo.
La reunión fue disuelta y de decidió cumplir con el calendario, pese a la preocupación de varios pilotos; incluido al brasileño como uno de los líderes del torneo. Cuando revisaron el coche destrozado de Ayrton luego del aparatoso accidente, se descubrió en el asiento una bandera de Austria… Senna pensaba homenajear al fallecido Roland Ratzenberger, al finalizar la carrera. Un gesto glorioso, que jamás llegó a concretarse. Senna tenía 34 años y 3 títulos mundiales.
Ante la falta de pruebas concretas acerca de la causa exacta del accidente, el caso se reabrió en 2007; en donde se volvió a determinar una ruptura en la columna de direcciones.
Jamás hubo acciones legales contra la casa Williams, ni contra los ingenieros y técnicos especializados que modificaron la barra de direcciones del coche, que se presume, habría sido una refacción menor y de baja calidad. Aquel desprendimiento, si es que lo fue; dejó sin control del monoplaza a Senna por lo que sólo intentó desacelerar, pero la distancia entre él y la pared de concreto; era lamentablemente muy corta.
Esa nefasta jornada, nos abandonó uno de los pilotos más adorados de la historia. Sao Paulo, una de las ciudades más grandes del mundo, resguarda para siempre a otro grande, su hijo predilecto; reposa en Morumbí.
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