El vibrante Clásico entre el FC Barcelona y el Real Madrid de hoy dejó, además de goles, un gesto que no pasó desapercibido y reavivó una reciente controversia. Tras anotar el cuarto tanto azulgrana, el delantero brasileño Raphinha protagonizó una celebración cargada de simbolismo, señalándose de manera enfática el vendaje que llevaba en su muñeca.
Este particular ademán adquiere una dimensión inesperada en el contexto actual. En los días previos al encuentro, circuló con fuerza una insólita teoría en redes sociales y algunos foros, sugiriendo que los jugadores del Barça recurrirían al uso de vendajes con propósitos poco claros, insinuando prácticas dopantes o similares sin fundamento alguno.
La elección de Raphinha de apuntar directamente a su protección, justo después de perforar la red rival, parece ser una respuesta directa o un "recadito", como se ha interpretado popularmente. Fue un desafío visual, un señalamiento explícito que confronta las especulaciones malintencionadas que han intentado arrojar sombra sobre el equipo.
En la intensidad de un Clásico, cada detalle se magnifica. Esta celebración, aparentemente sencilla, se convierte así en un potente mensaje en medio de la batalla deportiva. Es un gesto que, lejos de ser casual, parece calculado para plantar cara a quienes difunden rumores sin base, defendiendo la integridad del vestuario culé.
La polémica queda servida más allá del resultado. La imagen de Raphinha señalando su vendaje se suma al relato del partido, transformándose en un símbolo de la tensión extradeportiva que a veces rodea a estos encuentros. Una celebración que es tanto desahogo personal como declaración pública frente a la especulación.
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