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En el nombre del padre y del hijo: Dos Lugo en un Díaz ¡La irrepetible hazaña de Baudilio!

Domingo, 19 de junio de 2022 a las 08:00 am
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Casi tres décadas ya habían transcurrido desde que se inaugurara la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP), y ningún pitcher criollo había lanzado un compromiso sin hits de ni carreras; hasta que llegó el señor Urbano Lugo a poner orden desde el montículo, un 6 de enero de 1973.

Ya otros cuatro escopeteros lo habían logrado con anterioridad, pero ninguno había sido venezolano… Cuatro foráneos disfrutaron las mieles de un no hit no run en la pelota rentada venezolana, y esa espinita había que sacarla.

Aquel día, Leones del Caracas venció a Tiburones de La Guaira con pizarra final de 6-0 en el Estadio Universitario. La batalla fue casi perfecta, pues; un sólo bateador se le logró embasar al viejo Urbano, quien recetó 10 ponches en aquella apoteósica tarde para el falconiano.

Urbano Lugo Padre

El regalo de los Reyes Magos no pudo ser mejor, para el abridor que entonces gozaba de 32 primaveras y que circundaba por su temporada número 10 en LVBP. Oswaldo Virgil, el mánager dominicano de los Leones para el momento, no dudó en elegirlo… Lugo venía de lanzar de manera formidable en la Liga Mexicana de Beisbol y además, todo el lineup melenudo estaba repleto a totalidad de jugadores nativos.

La ofensiva respaldó en todo momento a Urbano Lugo, Luis Sanz, Antonio Armas y Baudilio Díaz; conectaron par de imparables cada uno para encender la fiesta en distintos pasajes del cotejo. Wilibaldo Quintana facturó dos anotaciones, Baudilio aportó par de carreras más, el propio Luis Sanz endosó una y Victor Boll entregó su respectiva rayita. Se completaban así las seis carreras caraquistas ante los escualos.

Pero centrémonos en Baudilio Díaz, quien para entonces era un incipiente receptor de 21 años y a quien le dieron los peretos para conducir al experimentado Urbano Lugo. El prospecto originario de Cúa, en el estado Miranda; no hizo otra cosa que derrochar su talento para permitir siempre tres claves de aquella proeza: curva, slider y envíos milimétricos en la esquina más lejana del plato.

Se escribía de esta manera la primera parte de una interesante historia, que tendría una formidable continuación; pero que nadie aún lo sabía. Baudilio Díaz recibía incienso, oro y mirra; para convertirse de allí en adelante, en la referencia obligatoria detrás del plato por las próximas dos décadas.

Baudilio Díaz

Otro Lugo, pero el mismo Baudilio…

La barrida se completaba en el coso de Los Chaguaramos, Tiburones de La Guaira caía por cuarta vez para ver coronarse como campeones a los melenudos. Todo pasó en la casa de ambos, un 24 de enero de 1987; y 14 años después.

Múltiples datos repetitivos en interesantes se daban cita en aquella faena, muchos pasaban sin descubrirlos; pero el transcurrir de los innings daba pistas de todas las coincidencias: mismo nombre del pitcher, igual apellido, hijo del primero, mismo estadio, mismo equipo, mismo rival, y mismo receptor; esta vez un más maduro y ya liga mayorista Baudilio Díaz.

Pocas veces se observó a un equipo conquistar un título de campeón, con un no hit no run; la noche además de histórica, albergaba la abundante algarabía en el Parque de la Ciudad Universitaria de Caracas.

Un hijo emulaba a su padre, con casi todos elementos que su progenitor utilizó; y ésto sí que se ve muchísimo menos. ¡Cuán caprichoso es el destino!

Urbano Lugo Jr., se subía al montículo con un sólo objetivo en mente: hacerse del décimo segundo gallardete capitalino de toda su historia para ese entonces. Urbano padre, seguía con mucha ansiedad la potencial hazaña desde las tribunas.

El cotejo cerró su pizarra con un 4-0, después de sólo ver embasados a tres guairistas durante todos los nueve episodios. Andrés Galarraga sacaría la casta con un soberbio cuadrangular en solitario en la sexta entrada para estampar cifras definitivas y quizás sentenciar el duelo, con un Lugo hijo intraficable desde el montículo avileño.

"Urbanito" no era un novato ni mucho menos… La de 1987 era su sexta campaña vistiendo el uniforme de Leones del Caracas, y ya contaba con dos temporadas en La Gran Carpa con los Angelinos de California.

No hit no run, con algo de presión

Urbano tuvo dos amenazas claras en el transcurso del juego, pero una férrea defensa se arriesgó, hizo lo extraordinario y lo apoyó: el jardinero derecho Dwight Taylor se lanzó de cabeza para decapitarle un extrabase a Gustavo Polidor en el tercer acto, mientras; el camarero Casey Candaele se abalanzó hacía el hueco para engarzar un fuerte rodado de Raúl Pérez Tovar.

El ambiente ensordecedor, propio de los más de 20 mil aficionados que llenaron el aforo del histórico escenario; daba auge al dramatismo final cuando por error de Jesús Alfaro en la tercera base, se embasaba Carlos "Café" Martínez…

Norman Carrasco vendría a consumir turno en la última oportunidad varguense, el intermedista sacaba un manso rolling hacia las ´piernas del pitcher Lugo quien lo retiraba en la inicial; pero aún así sin poder evitar el avance del Café hasta la segunda almohadilla. 1 out…

Alfredo Pedrique entraría al cajón de bateo y rápidamente fallaba con elevado a la primera, un fly que Galarraba no tendría inconvenientes en capturar.

Pero quedaba un turno más, y era para el novato del año en Grandes Ligas en 1985: Oswaldo Guillén. Temido por su capacidad para dirigir la pelota hacia la banda contraria, o batear hacia las rayas; esta vez lució como un simple mortal. Un roletazo suyo por tercera encontró bien posicionado a Jesús Alfaro, el antesalista tomó la pelota y con mucha calma lanzó hasta el mascotín de Andrés Galarraga; no sin antes hacer la acostumbrada señal de los campeones… ¡Manos arriba, no hit no run!

Y de nuevo, la clave de un hombre para manejarlo en cada lanzamiento: Baudilio Díaz, quien sostuvo siempre consigo la estrategia perenne de mantener la bola bajita; lo que obligó a tantos rodados en el careo. Campeones y rumbo a Hermosillo, ruta que un receptor ayudó a construir; y una historia majestuosa que sellaba su parte final… Ésta era cita heróica que faltaba.

De tal palo tal astilla, ambos Lugo con Baudilio; distintos pitchers y la misma pastilla.

Urbano Lugo Hijo

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