La historia se repitió en el duelo escandinavo en los cuartos de final de Roland Garros, en el que como el año pasado, también en turno nocturno, el noruego Casper Ruud frenó la fogosidad del danés Hoger Rune, 6-1, 6-2, 3-6 y 6-3 para alcanzar por segundo año consecutivo las semifinales del prestigioso torneo de tenis francés.
Su último obstáculo para la segunda final será el alemán Alexander Zverev, que encadenará una tercera semifinal consecutiva tras derrotar al argentino Tomás Etcheverry, 6-4, 3-6, 6-3 y 6-4.
Será el primer duelo entre ambos en Grand Slam, también la primera en tierra batida, la superficie predilecta del noruego…
Que en el último cara a cara con el alemán logró su única victoria en cuatro confrontaciones.
Un partido que quedará algo ensombrecido por la otra semifinal, que opondrá al español Carlos Alcaraz, número 1 del mundo, con el serbio Novak Djokovic, que busca su tercera corona y su vigésimo tercer grande.
Ruud no dio oportunidad a Rune para regresar
Ruud, cuarta raqueta del mundo, logró desbancar a uno de los tenistas en mejor forma durante la gira de tierra, que entró a la pista central de París visiblemente nervioso y descentrado, por lo que apenas opuso resistencia al tenis consistente y sólido del noruego.
Dos días después de haber sobrevivido al asalto del argentino Francisco Cerúndolo en un intenso "super tie break", Rune demostró inmadurez en busca de la primera semifinal de un grande.
Los dos primeros sets cayeron como manzanas maduras, entre la ya habitual gesticulación del danés, invisible en lo tenístico pero muy excéntrico en su actitud.
Treinta errores no forzados sirvieron en bandeja las dos primeras mangas a un Ruud que enseguida olvidó la derrota que le propinó Rune en su reciente duelo en Roma, la única previa en cinco encuentros.
Parecía languidecer la noche cuando el danés se encontró con las primeras pelotas de rotura desde las que había tenido al inicio del partido, una perspectiva de alargar el duelo que despertó a la grada y recalentó al joven tenista de 20 años.
Más suelto, Rune comenzó a hilar su tenis, se colocó 3-0 mantuvo a raya a su rival para acercarse en el marcador.
En medio del jolgorio, el número 4 del mundo alcanzó a encontrar la serenidad de su juego frente a la locura del rival y se colocó con ventaja en medio de las ofensivas alocadas de Rune, que dieron al partido una mayor vistosidad, pero que fueron ineficaces.
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Con información de EFE
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