Novak Djokovic sigue construyendo su leyenda sobre el césped sagrado de Wimbledon. Este sábado, el serbio alcanzó un hito que muy pocos pueden presumir: su victoria número 100 en el All England Club, tras derrotar con autoridad a su compatriota Miomir Kecmanovic por 6‑3, 6‑0, 6‑4. El partido fue una clase magistral de dominio, donde el siete veces campeón mostró que su ambición sigue intacta.
La primera manga se mantuvo pareja hasta que Djokovic rompió el saque en el octavo juego y cerró el set con precisión quirúrgica. Lo que siguió fue un auténtico vendaval: un segundo set en blanco que duró apenas 24 minutos y dejó claro que el número dos del mundo está más enfocado que nunca. En el tercero, aunque Kecmanovic intentó resistir, el veterano cerró el duelo en solo una hora y 47 minutos.
Pero más allá del resultado, lo que robó la atención de todos fue un punto espectacular que ya recorre el mundo como uno de los más impresionantes del torneo. Djokovic, tras un intercambio largo y exigente, improvisó una volea ganadora que dejó sin reacción a su rival y arrancó una ovación cerrada del público. El gesto técnico, la velocidad y la precisión de esa jugada fueron dignos de una final.
Tras el encuentro, el serbio se mostró satisfecho, pero no conforme. Igualó las 100 victorias en Wimbledon que logró Roger Federer, pero dejó claro que aún hay cuentas pendientes: su objetivo es superar las 105 del suizo y levantar un octavo trofeo que lo igualaría también en títulos sobre hierba.
Djokovic enfrentará en octavos de final al australiano Alex de Minaur, en lo que promete ser otro examen de alto nivel. El camino no será fácil, pero si mantiene el nivel mostrado, el serbio parece listo para seguir rompiendo récords.
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