2001.com.ve | Ingrid Bravo Balabú
La voz y la estampa más representativa del mundo del espectáculo venezolano ahora quedarán en el recuerdo. Su más fiel exponente, Raúl Amundaray, murió este 21 de enero en Houston, Estados Unidos, a los 82 años de edad, lejos del país que lo vio nacer y convertirse en una estrella de talla mundial.
Sus inicios en la actuación datan de la década de los 50, como actor de radionovelas. Luego saltó a las tablas, para llegar a la pantalla chica. Radio Caracas Televisión le dio su primera oportunidad de la mano de la inolvidable Amalia Pérez Díaz. Luego llegó a sus manos Historia de tres hermanas y le dio vida a un héroe de la Independencia.
El año 1965 marcó un antes y un después en su vida. El apuesto médico Albertico Limonta se robó las miradas y aplausos en El derecho de nacer, la cual se transmitía en vivo y que causó especial fascinación no solo por el galeno que se enamora de Isabel Cristina Del Junco, sino por el recordado villano Don Rafael, magistralmente interpretado por Rafael Briceño.
Su carrera actoral incluyó 33 dramáticos y tres participaciones en cine, a la par de cursos de histrionismo en una academia que fundó. Su voz también sirvió para anunciar productos y servicios, pero no todo quedó allí. Fue un extraordinario declamador y grabó un disco de poemas. “Por eso la gente decía que era muy cursi”, recuerda la periodista de la fuente de espectáculos, Carmela Longo.
La comunicadora afirma que el sempiterno Alberto Ascanio de la histórica Cristal, era educado, respetuoso y profesaba un buen trato hacia las mujeres. “Recuerdo que en la premier de la novela De todas maneras Rosa le entregó una flor a cada mujer periodista y fotógrafa que estuvo en el estreno (…) Una de las cosas que recuerdo es que cuando lo entrevistabas por teléfono siempre terminaba la conversación leyendo un poema”.
Asegura que la estampa de Amundaray sirvió de modelo para el prototipo de galán en las telenovelas latinoamericanas. “Era alto, tenía físico, una gran voz y era muy amable. Si me preguntas por el legado que deja es de disciplina y trabajo. Él empezó en la época que no había teleprompter ni apuntadores, de cuando se estudiaba. Como siempre le digo a los actores, animadores que comienzan en el mundo del espectáculo, es muy importante estudiar”, enfatiza.
El príncipe de carne y hueso. Longo recuerda la celebración de 15 años de la hija del actor, inspirada en la Cenicienta. “Fue una fiesta en un conocido hotel carqueño, pero sumamente llamativa. La niña llegó en una carroza, con soldados, una zapatilla de cristal, tal cual la película. Si bien era otro país y otro momento económico, generó muchos comentarios por lo rocambolesca que fue para muchos”.
“Educado y simpático”. Una vecina de Montalbán, urbanización en la que Amundaray tuvo una propiedad, evoca momentos agradables al mencionar el nombre del actor. “Estudié con su hija Amaury en el colegio. En la década de los 80, él ya era un galán muy cotizado, salía a esperarla y nos saludaba a todos los que íbamos en el transporte. Lo recuerdo como un hombre simpático y muy educado”, expresa con emoción.
Alejado de las cámaras, pero con la tranquilidad que da vivir sin escándalos, Raúl Amundaray se fue de este mundo con la convicción de que en la vida, como en las telenovelas, los galanes siempre dejan huella.
2020-01-21
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