En los últimos años la llegada de mis dos hijas y las exigencias de mi trabajo como comediante, conferencista y locutor han hecho que cada vez se haga más difícil darle a esa faceta de mi trabajo como docente la dedicación que requiere. Estoy en este momento en dos espectáculos: Los Hijos del Ocio y Briceño lo Cuenta Todo (LOS JUEVES EN TRASNOCHO CULTURAL A PARTIR DE ESTA SEMANA VALGA LA CUÑA); tengo un programa de radio: Que se vayan todos, por La Mega www.vayansetodos.com ; sigo dando clases en la UCAB y a distintas empresas como conferencista y coach de vocería, y estoy en un proyecto audiovisual del que pronto se sabrá. Es evidente que ya no puedo darle el tiempo que en otros tiempos me podía permitir.
Por mucho que hable de algunas de mis anécdotas como "Profesor de las Mises" en tono burlón en mis rutinas de comedia, estoy orgulloso de haber sido profesor de tres Miss Universo, una Miss Mundo, dos Reinas hispanoamericanas, dos Miss International, una Miss Tierra y una Reina del Café. Me siento orgulloso igualmente de las que, si bien no ganaron, hicieron de su aprendizaje un piso desde el cual arrancaron carreras exitosas como Ly o Patricia y cientos más que encontraron su vocación fuera de las cámaras, pero se llevaron las lecciones de constancia consigo.
A pesar de las críticas al concurso, el conocer a las jóvenes que buscan su futuro en los medios o probarse a sí mismas por medio del Miss Venezuela me ha enseñado a respetarlas. Como en todo hay sus excepciones, y el ojo morboso prefiere siempre hablar de las que se estrellan que de las que dan un ejemplo de profesionalismo y tenacidad. Creo que la relación del venezolano con los concursos de belleza será siempre compleja hasta que no asuma que parte de su cultura es la frivolidad, y que sería un gran avance para el país que nos tomáramos esa frivolidad muy en serio.
Quisieran muchos jóvenes con los que trabajo en otros entornos tener la disciplina y la claridad de objetivos que conocí en muchas de las aspirantes con las que compartí. Luché por darle densidad hasta donde me fue posible a la formación de estas jóvenes, aunque como bien me decía Julio César Arraiz, maquillador y cronista detallado del concurso, debía recordar que es una corona y no el premio Nobel lo que se esperaba de ellas. He dejado la puerta abierta para cualquier asesoría específica que haga falta pues mi trato con todos los que allí laboran: Osmel, Harry, Ela, Richard, Soraya, Giselle, Yuraima, Sonia, Yugui, y Eli fue siempre fue cordial y profesional. Pocas personas conocerán el esfuerzo que implica competir y ganar a nivel internacional, en un renglón en el que los juicios pueden ser tan subjetivos como la belleza.
Así que hasta otro día Misses.