EFE
Adolescente atormentado en “Donnie Darko” y “cowboy” reprimido en “Brokeback Mountain”, Jake Gyllenhaal vuelve a mostrar su lado más oscuro en “Enemy”, un desconcertante “thriller” psicológico sobre la identidad y el subconsciente que el actor californiano considera en el fondo “muy divertido”.
“La confusión es un estado permanente en mi vida, así que cuando leí el guión por primera vez no me pareció tan raro”, afirma Gyllenhaal a Efe sobre la cinta de Denis Villeneuve, basada en la novela “El hombre duplicado”, de José Saramago.
La historia arranca cuando Adam, un profesor universitario de Historia, descubre casualmente viendo una película en su casa, a un actor secundario que es su copia exacta, tanto físicamente como en la voz, y decide embarcarse en la peligrosa aventura de descubrir quién es ese hombre.
Una aventura sobre los impulsos más ocultos del ser humano en la que Villeneuve deja que el espectador descubra por sí mismo qué es real y qué fantasía, y que a Gyllenhaal sirvió para responder cuestiones que en aquel momento se estaba planteando en su propia vida.
“Había muchas preguntas, dualidades con las que me estaba tratando de reconciliar, pero en el fondo para mí ha sido una película muy divertida y a la hora de trabajar lo abordamos como un juego“, explica.
“En realidad, todos somos distintos dependiendo del contexto”, continúa. “Yo no soy el mismo aquí, dando una entrevista, que cuando estoy con mi hermana o mis sobrinos. Soy diferente, pero en el fondo el mismo, y de eso trata la película”.
Durante la entrevista, Gyllenhaal viste una americana azul, camiseta gris y vaqueros, clásico y deportivo al mismo tiempo, su aspecto habitual, salvo por el pelo y la barba, largos y descuidados, exigencias de la película que rueda actualmente, “Everest”.
Su mirada es fija y lánguida, como la de esos personajes a los que tiene al espectador acostumbrado.
“Siempre trabajo con el subconsciente, es una parte esencial del trabajo que hago”, afirma. “En las películas y directores que me gustan, los detalles, lo que está detrás, son lo más poderoso. Esos detalles son los que convierten un filme en algo grande”.
“Y lo mismo en una actuación, siempre busco los aspectos inconscientes de un personaje, aquello con lo que están luchando sin saberlo. Al hacerlo, me tengo que hacer también esas preguntas, y por eso me gusta tanto la interpretación. Permite la introspección, el aprendizaje, arrojar algo de luz sobre las áreas más oscuras de tu mente o del mundo que te rodea”, señala.
Preguntado sobre cuáles son esos directores a los que admira, Gyllenhaal se resiste a dar nombres. “No creo en la idea del genio”, subraya. Pero al final menciona a Pedro Almodóvar.
“Siempre hay una benevolencia en sus películas, un amor profundo hacia la parte más marginada y oscura de la sociedad, es maravilloso. También son un viaje hacia la sexualidad, la intimidad, el amor, la ira. Me conmueve mucho, porque al final es indulgente. Y también él es muy detallista y muy intenso”, explica.
En “Everest”, dirigida por Baltasar Kormákur (“2 Guns”, “A Little Trip to Heaven”) y basada en una historia real, el actor interpreta a Scott Fisher, un escalador que perdió la vida en 1996 tratando de subir al pico más alto del mundo.
“El motivo para hacer la película fue Scott Fisher. Adoro su mentalidad de la vida, escalar la montaña más grande del mundo es una gran metáfora de la vida”, asegura.
Aunque no es ese su único estreno pendiente. También ha rodado la última comedia de David O. Russell, uno de los directores de moda en Hollywood (“American Hustle”); “Nightcrawler”, de Dan Gilroy, en la que interpretará a un periodista de sucesos en Los Ángeles, y ya ha dicho sí a Antoine Fuqua para ponerse en la piel de un boxeador en “Southpaw”.
2014-03-21