Rowerth Goncalves
La Toma es la segunda película que estrena el director venezolano Jackson Gutiérrez de las cuatro que tiene pautadas para este 2022. En esta película el cineasta continúa con la muestra de realidades que se viven en barriadas caraqueñas, pero con un giro sobre el futuro y alcanzar el amor y los sueños por sobre todas las cosas.
Robert (Adso Alejandro) es un muchacho que vive en el barrio La Toma y mantiene una relación con Alejandra, pero ellos no pueden estar juntos por la rencilla que tienen el padre de ella y el tío de él. Mientras todo esto pasa alrededor de su amor, Robert también quiere empezar su carrera musical y tendrá que luchar por ambas cosas.
A Jackson Gutiérrez hay que aplaudirle muchas cosas y una de ellas es hacer cintas con pocos recursos. El cineasta que comenzó como barbero en Petare se ha consagrado en el “cine guerrilla”, una modalidad en la que se hacen producciones con muy poco. Desde 2005 “Tazmania” como se le conocía a él y a su local comenzó a contar las historias del barrio y aunque ha sido muchas veces muy criticado es innegable que ha tenido una gran evolución.
En 2022 comenzó con Azotes en Llamas donde contó una historia de delincuentes, pero con un giro interesante. Ahora en La Toma consigue una narrativa que mantiene la esencia de su cine, pero con una trama llena de sueños y ganas de buscar un mejor futuro.
¿Cliché o realidad?
Si bien es una producción que toma como base el drama Romeo y Julieta, Gutiérrez le da un giro bastante fresco y tiene vueltas de tuerca e insights que te sorprenden. Hay actuaciones bastante coloquiales y otras que se pueden trabajar a futuro.
Esta película dista mucho de ser una obra de arte, pero es un producto que puede encantar a una gran parte de la población. No es un secreto para nadie el éxito de Gutiérrez con sus series en Youtube y la fiereza de sus admiradores desde aquellos videos grabados con una handycam y que se vendían copias en DVD en toda Caracas.
Muchos han criticado el lenguaje utilizado en la cinta y es algo que nuestro pan del día. No se muestra nada acartonado, más bien son los coloquialismos que podemos escuchar en el metro, en un autobús o en cualquier lugar de la ciudad.
El “cine social” en Venezuela cayó en un cliché durante los años 90, pero siempre ha existido, con menores o mayores valores de producción. El Pez que Fuma de Chalbaud, Soy un Delincuente de Clemente De la Cerda son ejemplos de que el cine “popular” ha estado ahí siempre y es algo con lo que se debe convivir.
Gutiérrez muestra realidades en las zonas populares caraqueñas y en La Toma también te da un rayo de esperanza y la posibilidad de romper el canon y estigma del “malandreo” en el barrio.
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