Raúl Jiménez Sánchez | [email protected]
México es la cuna de una de las grandes figuras del cine internacional del siglo XX: Germán Valdez, mejor conocido como Tin Tan, quien nació el 19 de septiembre de 1915. Su carrera arrancó en 1944 en plena era de oro del cine azteca. Su primera película “Hotel de Verano”, en la cual no era protagonista, sirvió de inmejorable vitrina para ir ganando pantalla. Lo cual no le tomó mucho tiempo, pues en su segundo film, “El hijo desobediente” (1945) ya tenía el papel principal. De allí en adelante el éxito arrollador de Tin Tan fue la constante.
Su estilo de comedia explotaba la conducta arribista y tramposa del pícaro pachuco, hombre joven urbano (de la Ciudad de México), bien vestido, sin ocupación definida, pobre, buen bailarín y mujeriego. Sus personajes siempre estaban pendientes de hacer alguna trampa, algún negocio que les hiciera muy ricos en corto tiempo, pero por lo regular pasaba algo que enredaba las cosas de manera cómica. Pero Tin Tan también era una figura glamorosa del jet set mexicano y lo sabía explotar en la gran pantalla, siendo un icono de moda masculina de su época.
Nada le resultó ajeno en sus divertidísimas películas en blanco y negro: hizo de ladrón, cavernícola, charro, fue Simbad El Marino, Robinson Crusoe, Tarzan, El Zorro (en su caso El Zorrillo), “vizconde” (por bizco) de Montecristo, Sansón, El Fantasma de la “Opereta”, Barba Azul, mucamo, boxeador, mujeriego, vagabundo, sultán, gay, fantasma, barbero, pandillero, aviador, astronauta, etc. Pare usted de contar, todos personajes hilarantes a más no poder.
Justamente, en la cinta “La Marca del Zorrillo” de 1950 a su personaje, el vizconde de Texmelucan, le cortan la mano derecha y luego le implantan la de un famoso ladrón. En lo sucesivo esa mano empieza a actuar de manera autónoma y a posibilitar los momentos más absurdos, robando por su propia cuenta… Se trata de escenas físicas con una capacidad cómica única e irrepetible. Esa es una simple muestra de lo que era capaz de hacer este gran actor mexicano.
Otro de esos momentos cinematográficos de gran impacto visual consistía en ver bailar a Tin Tan los ritmos latinos de su tiempo: el danzón, el pasodoble y el chachachá. La gracia y elegancia con que se movía eran envidiables.
Un detalle que de seguro recordarán las nuevas generaciones es su voz inmortalizada en uno de los grandes clásicos animados de Disney. En 1967 Tin Tan puso la voz para la versión latina de “El Libro de la Selva”, haciendo del oso Baloo un personaje inolvidable. Además, como era también un muy buen cantante, su interpretación de la melodía “Lo más vital” es vibrante y contagiosa.
Su decadencia en el cine coincidió con la propia decadencia del cine mexicano, que en la década de los 70 perdió el rumbo produciendo largometrajes desechables, insatisfactorios y burdos. Lamentablemente Germán Valdez se montó en ese tren, participando en títulos que no estaban a la altura de su gran carrera actoral.
Por cierto, no podemos dejar de mencionar que Germán apadrinó de cierta manera a sus hermanos en ese difícil mundo artístico mexicano. Así las cosas, tanto Manuel “El Loco” Valdez y Ramón Valdez (el famoso Don Ramón del programa de TV “El Chavo del Ocho”), supieron abrirse su propio espacio en aquel difícil medio. Y por no dejar de decirlo, “El Loco” Valdez y su expareja la diva mexicana Verónica Castro son los padres del cantante Cristian Castro. Por lo tanto, Cristian es sobrino de Tin Tan.
Tin Tan vivió una vida privada muy desordenada, llena de farras, mujeres y derroche. En medio, se aficionó al alcohol, que para sus últimos tiempos le ocasionó una hepatitis que desembocó en una cirrosis hepática que acabó con su vida el 29 de junio de 1973, con apenas 58 años de edad. Murió sin dejar bienes de fortuna. Eso sí, su gran herencia la legó a México y a toda Latinoamérica en una carrera cinematográfica plena de diversión y genialidad.
2017-09-21