La premiación de un hombre vestido como nazi durante un concurso de disfraces de Halloween organizado por un centro estatal cubano ha llevado a las autoridades a cerrar el establecimiento tras la polémica, que ha reavivado las críticas del oficialismo hacia la festividad estadounidense.
El hecho ha ocupado un lugar importante en la prensa estatal -sobre todo con artículos de opinión- desde que ocurrió el pasado sábado en el habanero Centro Cultural Máxim Rock, del oficial Instituto Cubano de la Música (ICM), pero sobre todo desde que se extendió como la pólvora en redes sociales.
"Dada la gravedad del hecho y la evidencia de la incapacidad de la institución cultural para preverlo, se tomó la decisión de cerrar, de manera inmediata, el Centro Cultural Maxim Rock, hasta tanto se esclarezcan los hechos, se hagan los análisis correspondientes y se tomen las medidas disciplinarias con cada uno de los responsables", informó el domingo el ICM.
La prensa subrayó que lo ocurrido "vuelve a poner sobre la mesa el tema de los peligros de la colonización cultural".
De igual manera, recordó que hace un año sucedió otra polémica a cuenta del Halloween: en la provincia oriental de Holguín, un grupo de jóvenes se visitó como el grupo supremacista blanco estadounidense Ku Klux Klan.
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"Esto no es un ataque a la celebración del Halloween en Cuba. Creemos que no hay forma de prohibir ni detener esta práctica. Pero sí es un llamado a la corrección, atención y el trabajo político para que esta celebración no incluya disfraces como este. Ni en instituciones estatales ni en privadas", censuró Pedro Jorge Velázquez en un artículo de la web Cubadebate.
Sin embargo, el episodio también reanimó la crítica hacia la adopción de Halloween en la isla, algo que no ocurría de manera tan extendida -como sucede en otras partes del mundo- hasta hace pocos años.
La relación de Cuba con Halloween, así como con otras celebraciones extranjeras, no siempre ha sido la mejor.
Pero en los últimos años -en especial desde el "deshielo" con el entonces presidente estadounidense Barack Obama- ha ido ganando espacio, sobre todo entre los más jóvenes.
En la capital cubana abundan los negocios privados con decoraciones típicas como las calabazas naranjas, brujas, telarañas y monstruos. Así como empleados de restaurantes con disfraces.
"Las batallas culturales, ideológicas, no se ganan por decreto. Pero no le añadamos al poder avasallador y dominante de la cultura imperial, sus prácticas conexas y sus fabulosos canales de difusión, la entrega de espacios para que se afiance en nuestros predios, colonice nuestras mentes, degrade nuestra cultura y pervierta nuestros valores", concluyó Alonso.
Agencias
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