El Ejército de Tailandia ha creado una comisión de investigación para comprobar si varios militares están implicados en el tráfico de personas tras el rescate de 949 birmanos de la minoría étnica rohingya.
El comandante de la Cuarta División del Ejército en el sur del país, Udomchai Thammasaroraj, aseguró que si los militares son encontrados culpables, tendrán que afrontar las responsabilidades penales, informó hoy la prensa local.
Más de 700 rohingya, una minoría musulmana considerada apátrida por la ONU, fueron rescatados hace dos semanas de una nave y una plantación de caucho en la provincia de Songkhla, en el sur del país, donde eran vigilados por las redes de tráfico humano antes de ser enviados a Malasia.
El resto de los refugiados fueron interceptados más tarde cuando sus embarcaciones llegaron a las costas tailandesas tras una peligrosa travesía por el Mar de Andamán para huir de la persecución de Birmania (Myanmar).
Las autoridades tailandesas indicaron que no establecerán un campo de refugiados para los rohingyas, quienes han sido entrevistados por funcionarios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Rechazados por las autoridades birmanas, que los consideran bengalíes y les niega la nacionalidad, y por Bangladesh, muchos rohingyas pagan miles de dólares a las redes de traficantes para viajar a Malasia a través de Tailandia.
Aunque las autoridades tailandesas no han firmado las convenciones de la ONU sobre los refugiados, se han comprometido a velar por los derechos y el bienestar del grupo, que incluye a más de un centenar de mujeres y menores.
Privados de libertad para viajar e incluso para casarse sin autorización del Gobierno birmano, unos 800.000 rohingyas viven en el estado Rakhine, en el oeste de Birmania, donde son considerados inmigrantes.
Al menos 160 personas, en su mayoría rohingya, murieron el año pasado en enfrentamientos entre musulmanes y budistas Rakhine y más de 100.000 desplazados se encuentran internados en campos con escasa cobertura sanitaria y alimentos.
En Bangladesh, donde también son rechazados, unos 300.000 malviven en campos de refugiados. / EFE