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Desde hace unos meses, la planta de reciclaje del área metropolitana de Baltimore-Washington tiene un problema: tiene que pagar para deshacerse del papel y del plástico en lugar de venderlo, porque China ya no los compra más, con el argumento de que están demasiado "contaminados".
Las 900 toneladas de basura para reciclar vertidas por camiones las 24 horas del día, cinco días a la semana, en las cintas transportadoras de la planta de Elkridge, a una hora de la capital estadounidense, ciertamente no están limpias.
En medio de un ruido mecánico infernal y una nube de polvo marrón, docenas de trabajadores enguantados y con máscaras, en su mayoría mujeres, separan con sus manos expertas un batiburrillo de basura, ropa, objetos de madera, cables, ramas de árboles y la obsesión de los recicladores: las bolsas de plástico, que se supone que no deben ir a los contenedores para reciclar porque se enredan en las máquinas.
El objetivo es "descontaminar" lo máximo posible, es decir, por un lado, separar estrictamente los materiales reciclables de los no reciclables, y por otro, garantizar que las pilas finales de plástico, papel o cartón no contienen otro material.
"Incluso tuvimos que desacelerar las máquinas y contratar a más personas" para una mejor descontaminación, dice el gerente de la planta, Michael Taylor.
Al final de la clasificación, se han generado grandes cubos de residuos compactados. Estos desechos eran comprados desde hace décadas por empresas, principalmente en China, que los limpiaban, trituraban y transformaban en materia prima para industriales. Pero estos importadores fruncían el ceño cuando los fardos de plástico estaban demasiado sucios o no eran suficientemente "puros".
El año pasado, China compró más de la mitad de los desechos reciclables exportados por Estados Unidos. A escala mundial, desde 1992, el 72% de los residuos plásticos ha terminado en China y Hong Kong, según un estudio de Science Advances.
Pero desde enero, las fronteras chinas se han cerrado a la mayoría del papel y el plástico, como consecuencia de una nueva política ambiental de Pekín, cuya dirigencia dice que quiere dejar de ser el basurero del planeta.
Respecto al resto de desechos, incluido el metal y el cartón, los inspectores chinos han establecido una tasa de contaminación del 0,5%, demasiado baja para las tecnologías actuales de Estados Unidos, que no logran clasificar los residuos con tanta precisión. El sector prevé que casi todas las categorías de desechos serán rechazadas para 2020.
2018-07-13
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