Emergió rápido Elon Musk, en 2014; cuando pocos lo conocían, ya su fortuna personal rondaba los 24 mil millones de dólares. Siempre ágil para las buenas inversiones, se ha caracterizado como un frío y calculador hombre de negocios, al que muy pocos caprichos en el plano público y financiero; le cautivaban.
Hasta hace unos meses, cuando un desaire cibernético; le generó un fuerte deseo: ser el propietario absoluto de la plataforma digital que lo cuestionó. Con la bandera de la libertad de expresión en una mano, y su chequera en la otra; deambuló con el firme convencimiento de que el microblogging sería suyo, y lo logró.
Con la conquista que este lunes se anunció, surgen interrogantes diversas; pero existe una que ronda con mucha más fuerza: ¿Inteligencia de inversión, o un caprichoso placer? Las respuestas las tiene el propio multimillonario, pero como no va a revelarlas; el tiempo será el mejor aliado para hacernos saber si su acción ha superado los límites de la inteligencia emocional.
Con una fortuna calculada, que asciende a 220.000 millones de dólares; Musk no está solo en esta aventura twittera, ha buscado a inversionistas para tener a mano los 44 mil millones de dólares que ha costado la empresa. Porque él tiene el dinero suficiente para embarcarse sólo, pero en medio de la lujuria; no ha desechado su traje de lobo económico, y ha obtenido financiamiento para ir trabajando con el capital de los demás.
El padre de Tesla, quiere de entrada un botón de edición; para corregir sobre la marcha; tal cual como él quizás hará si esta travesía se le escapa de las manos, como muy pocas cosas se le dañan; en realidad.
Hace dos semanas, los ahora ex dueños de Twitter; activaron una jugada que a Elon no pareció gustarle: accionaron una cláusula en donde se le prohibía a él, obtener más del 15% de la compañía. Y ante este bloqueo, Musk contraatacó como los hombres de su tipo saben hacerlo: con más dinero. Y ganó.
Con Elon, el cambió llegó
Más de 4 millones de personas en Twitter, han manifestado que quieran un botón de edición que les permita corregir alguna información emanada de un buen mensaje. El propio Elon Musk ha sido muchas veces el precursor de esta herramienta que aún no se implementa…. Esa sería entonces su primera modificación.
El magnate persigue también a toda costa que la plataforma suavice de alguna manera la postura sobre la moderación de contenido. Su auto denominación como absolutista de la libertad de expresión, le hace apostar siempre por la inclusión, pero el empresario debe tener mucho cuidado sobre si sus intenciones traspasen la línea del llamado libertinaje.
Si bien Twitter Inc., limita el alcance que pueda tener un determinado mensaje, Musk ha indicado que ahora que la empresa es suya; es prioritario que a los usuarios afectados se les otorgue toda la información correspondiente sobre el porqué de las restricciones.
«No tengo todas las respuestas», expresó el físico y programador nacido en Suráfrica. Quien también intentará promover un discurso más sano dentro de la plataforma.
El magnate se endeudó
Elon Musk anunció que aseguró en días recientes antes de la transacción, el financiamiento para comprar Twitter; tal como ya lo hizo. Pues, el magnate deberá pagar ahora casi 1.000 millones de dólares al año en intereses.
En materia gerencial, Musk eliminará el consejo administrativo de la compañía; con lo cual cree podría ahorrarse unos 3 millones de dólares al año.
Antiguos accionistas no han estado de acuerdo con la jugada maestra del multimillonario, quienes a su vez proyectaban un mayor crecimiento de la plataforma este año. Incluso, la compañía se elevó en la bolsa de valores de Wall Street en un 4%, tan sólo con la intención de compra por parte de Elon Musk.
Sin embargo, el originario de Pretoria estaría interesado en extraer a Twitter de la bolsa de valores; ya que estar allí le supondría una especie de piedra de tranca, para tantos cambios que tiene previsto hacer.
La casa financiera JP Morgan no titubeó por un momento para colocar el capital de inversión; haciéndole a su vez firmar a Musk unas garantías que se sustentan con las empresas Tesla y SpaceX, que son de su propiedad. Juego de gigantes, por un deseo que solo tiene dos opciones: descender o ampliar su capacidad.
Los días serán los encargados de determinar si la propuesta indecente muere, y si eso ocurre el mundo preparará una autopsia magistral sobre las causas que habrían derivado en su hipotético deceso.
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