Llegó a su fin el mes más mortífero de Estados Unidos desde que estalló la pandemia del coronavirus, pero a la vez se empiezan a asomar ciertas señales de avances: están disminuyendo los casos y las hospitalizaciones y la campaña de vacunación se está acelerando.
Ahora, lo que falta saber es si el país puede cerrarle el paso a la nueva variante.
El saldo de muertes en Estados Unidos ahora supera las 440.000, de las cuales más de 95.000 ocurrieron solamente en enero. El promedio diario de muertes se sitúa actualmente en unas 3.150, unas 200 menos de su máximo registrado a mediados de enero.
Sin embargo, con la llegada de febrero disminuyó la cantidad de estadounidenses hospitalizados, a menos de 100.000 por primera vez en dos meses.
Los nuevos contagios se sitúan en promedio en unos 148.000 diarios, comparado con casi un cuarto de millón a mediados de enero. Además, el número de casos muestra una tendencia a la baja en los 50 estados.
“Si bien es alentadora la disminución de casos y hospitalizaciones, se ven contrarrestados por la sombría realidad de que en enero sufrimos la mayor cantidad de decesos en un solo mes. Desde que comenzó la pandemia”, indicó la doctora Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
La cantidad de muertes no siempre corresponde a la tendencia ascendente o descendente de los contagios, sino que van rezagadas. Ya que una persona puede tardar días o semanas en morir de COVID-19 luego de contraer la enfermedad.
Tras un lento inicio, la campaña de vacunación iniciada a mediados de diciembre está cobrando impulso. Más de 31,1 millones de dosis han sido aplicadas en Estados Unidos, según los CDC. Comparado con las 16,5 millones el 20 de enero, cuando Joe Biden asumió la presidencia.
El promedio de inyecciones diarias aplicadas desde la toma de posesión de Biden el 20 de enero ronda los 1,5 millones. Mucho más que el millón al día que había prometido el presidente demócrata. Más de 5,6 millones de ciudadanos han recibido las dos dosis requeridas.
Sin embargo, han llegado a Estados Unidos tres nuevas variantes de la enfermedad, detectadas por primer vez en Gran Bretaña, Sudáfrica y Brasil. La variante británica es de más fácil contagio y posiblemente más mortífera, pero la sudafricana es la que más inquietud ha sembrado ya que hay indicios de que las vacunas no protegen contra ella.
Con información de AP.
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