EFE
Un equipo de expertos del Buró Federal de Investigación (FBI) de EE.UU. se desplazó hoy a Malasia para estudiar un posible vínculo terrorista en la desaparición del Boeing 777-200 de Malaysia Airlines, ya que hay indicios que apuntan al ‘modus operandi’ de Al Qaeda en el sureste asiático.
Una fuente del FBI indicó al diario Los Angeles Times que el equipo se ha desplazado debido a que hay tres pasajeros estadounidenses y se encargará en un primer momento de analizar las imágenes tomadas en el aeropuerto de Kuala Lumpur del pasaje.
Al menos dos personas viajaban en el vuelo 370 de Malaysia Airlines con dos pasaportes sustraídos a un italiano y un austríaco en Tailandia, una coincidencia con similitudes con las tácticas terroristas de Al Qaeda en el sureste asiático durante décadas.
"Por el momento lo que ha sucedido es un misterio", indicó la fuente del FBI, que recordó que aún no hay evidencias que indiquen que la posible desintegración de la aeronave en pleno vuelo se deba a un acto terrorista.
Un equipo internacional rastrea por mar y aire desde hace 48 horas las aguas del Golfo de Tailandia frente a la costa vietnamita y por el momento solo se han hallado restos que podrían pertenecer a una puerta del avión.
Según el FBI, el mero hecho de que se usaran dos pasaportes robados no prueba un ataque terrorista, pese a que las dos personas que subieron a bordo con esos documentos compraron conjuntamente sus billetes y los pagaron en efectivo.
El congresista republicano Peter King, presidente del subcomité de la Cámara baja para inteligencia y antiterrorismo, dijo hoy en entrevista con NBC que los investigadores "deben considerar la posibilidad de un acto terrorista y agotar todas las líneas de investigación".
King recordó que Al Qaeda ha utilizado Malasia como centro de operaciones en el sureste asiático y el modo de operar puede guardar similitudes con Al Qaeda.
El congresista dijo que tiene constancia de que se ha identificado en imágenes a los dos portadores de pasaportes sustraídos y se trabaja en confirmar la identidad de esos viajeros, que habían adquirido billetes con destino a Europa en los que Pekín (el destino final del vuelo desaparecido) era una escala intermedia.
A mediados de los 90, Al Qaeda, con la colaboración de Jalid Sheij Mohamed, preso en Guantánamo acusado de ser el cerebro del 11-S, planeó una cadena de atentados bajo el nombre "operación Bojinka".
Ese plan terrorista se gestó en Manila (Filipinas) y tenía como objetivo detonar en pleno vuelo bombas en una decena de aviones de pasajeros con la intención de causar miles de muertos de manera simultánea.
Fallos en la ejecución frustraron el plan, que consiguió, no obstante, colocar un artefacto explosivo en 1994 en el vuelo 434 de Philippine Airlines con destino a Tokio.
La pericia del piloto evitó que el avión se estrellara y solo se registrara una víctima mortal.
Ramzi Yusef, sobrino de Sheij Mohamed y preso en Estados Unidos por su papel en las bombas contra las Torres Gemelas de Nueva York en 1993, consiguió subir al avión con un pasaporte italiano falso y colocó la bomba en la primera escala del viaje para que estallará una vez él quedaba en tierra.
El FBI ha investigado durante más de dos décadas a estas células terroristas y este tipo de complots en el sureste asiático.
Estados Unidos también ha enviado un equipo de expertos del Consejo Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) junto a técnicos de Boeing, y de la Administración Federal de Aviación (FDA) para ayudar en la investigación en la parte técnica.
La ex inspectora general del Departamento de Transporte Mary Schiavo dijo hoy que la investigación puede inclinarse tanto hacia la hipótesis de un remedo de la "Operación Bojinka" como un fallo mecánico, que también explicaría por qué el avión cambió de rumbo antes de desaparecer de los radares.