EFE
El antiguo campo de refugiados de Rivesaltes, en el sureste francés, que confinó a miles de exiliados españoles tras el final de la guerra civil, ha apostado por abrirse al público a partir de enero de 2015 convertido en memorial.
El proyecto está impulsado por el gobierno regional de Languedoc-Rousillon, cuyo presidente, Christian Bourquin, explicó hoy a Efe que el objetivo del proyecto es "fijar la vista en el pasado para construir el futuro".
"Entre estos barracones respiran 70 años de la historia de Europa, de nuestra historia", apuntó Bourquin, para quien "el sufrimiento" de los miles de hombres y mujeres que pasaron por Rivesaltes "no puede caer en el olvido".
Además de republicanos españoles, en ese enclave fueron hacinados judíos, gitanos y argelinos entre la década de los años 40 y 60 del siglo pasado, muchos de los cuales perecieron a causa de epidemias.
La intención de los promotores es que ese antiguo campamento militar, cuyos barracones y letrinas presentan en la actualidad un aspecto desangelado y ruinoso, se convierta en un espacio educativo y cívico, en una "herramienta de conocimiento".
Inaugurado en octubre de 1939 como cuartel militar, Rivesaltes empezó a acoger, un año después, a todas aquellas personas consideradas "extranjeras e indeseables", término que incluía tanto a republicanos españoles exiliados como a judíos franceses o gitanos.
Entre enero de 1941 y noviembre de 1942, cerca de 21.000 personas, entre hombres, mujeres y niños procedentes de 16 países, vivieron allí en condiciones precarias e insalubres, según recuerda a EFE el encargado del departamento de documentación e investigación del memorial, Rubèn Doll-Petit.
Los exiliados españoles conformaban el grupo más numeroso, debido a que dos años antes, en febrero de 1939, más de 260.000 republicanos habían cruzado los Pirineos huyendo de las tropas de Franco.
Rivesaltes fue también el centro regional en el que acabaron unos 6.500 judíos de la zona no ocupada durante la II Guerra Mundial, de los cuales cerca de 2.300 fueron enviados al campo de concentración de Auschwitz entre agosto y octubre de 1942.
Un mes después, el ejército alemán ocupó el campo y lo mantuvo bajo su poder hasta el 19 de agosto de 1944, fecha de la liberación del departamento de los Pirineos Orientales.
Acabado el conflicto, el centro recibió durante varios años a "prisioneros de guerra alemanes, austríacos e italianos", y recuperó su actividad como campo militar de instrucción a partir de 1954.
Tras unos años en los que funcionó como cuartel, Rivesaltes se convirtió en 1962 en el principal lugar de acogida -si bien de manera transitoria- de los "harkis", unidades de civiles argelinos que lucharon del lado de Francia durante la guerra contra la independencia de su propio país.
El futuro museo, situado a diez kilómetros de Perpiñán, busca ahora profundizar en la investigación de todo ese periodo histórico para, posteriormente, ofrecer al público la información a través de exposiciones, coloquios, conferencias, conciertos y proyecciones.
Para el historiador Denis Peschanki, quien también es director del consejo científico del memorial, este tipo de espacios permiten trabajar con la sociedad "desde la emoción, y no solamente desde la reflexión".
El memorial se levantará en el corazón del antiguo campamento, cuyos barracones están medio derruidos, y tendrá 220 metros de largo y 20 de ancho, en un terreno de 4.000 metros cuadrados.
El edifico, que imita a un ataúd, estará semienterrado e incluirá un espacio de 1.000 metros cuadrados reservados a una exposición permanente y 400 destinados a exhibiciones temporales, además de un auditorio, salas pedagógicas o un centro de documentación.
Bourquin, senador socialista, alumbró la idea en 1998, pero no pudo llevarla a cabo hasta 2012 por la falta de interés mostrada, a su juicio, por el expresidente Nicolas Sarkozy.
La región no desistió, y después de comprar al Ejército francés parte del terreno, su gobierno otorgó, previo concurso, la construcción del edificio al arquitecto argelino Rudy Riccioti, encargado de darle nueva forma a esa página negra de la Historia gala, y a la narración de los testimonios de los supervivientes.