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Ante un espectáculo triunfal de buques y aviones de guerra en desfile, el presidente Vladimir Putin proclamó el regreso de Crimea a la soberanía rusa como un acto de "justicia histórica" ante una multitud jubilosa que festejaba la fecha patria de más importancia para los corazones rusos.
La gravedad de la crisis que se ha apoderado del resto de Ucrania fue más que evidente en los cruentos enfrentamientos en la región oriental, donde las calles de la ciudad costera de Mariupol quedaron con cadáveres diseminados y la estación de policía convertida en cenizas.
Por lo menos siete personas murieron y decenas sufrieron heridas en la ciudad, una de por lo menos una decena de lugares donde los insurgentes pro rusos han agitado a la población a fin de que siga el ejemplo de Crimea en escindirse de Ucrania.
En una arenga ante miles de personas que lo vitoreaban durante su primera visita a Crimea desde que fuera anexada a Rusia, Putin elogió la incorporación de la población de dos millones de personas como un "regreso a la patria" y un homenaje a la "justicia histórica y a la memoria de nuestros antepasados".
La visita del líder ruso al puerto de Sebastopol, en Crimea, donde está la Flota del Mar Negro, perteneciente a Rusia, tuvo lugar en el Día de la Victoria que conmemora la derrota de la Alemania nazi y es el feriado ruso más importante. El viaje fue ampliamente criticado por Estados Unidos, la OTAN y la cancillería de Ucrania, que dijo pisoteaba la soberanía ucraniana y el derecho internacional.
La presencia de Putin en dos actos por el Día de la Victoria, con un alarde de poderío militar en el desfile anual en la Plaza Roja de Moscú y otro en el puerto de Sebastopol, fue sal en las heridas del gobierno interino en Kiev, al que jamás mencionó.
Decenas de miles atestaron el puerto para contemplar el extravagante ingreso del mandatario ruso.
A bordo de un bote, Putin navegó frente a una hilera de naves rusas del Mar Negro ancladas en la bahía de Sebastopol y saludó a los tripulantes. Setenta aviones militares sobrevolaron el lugar y los vecinos de la ciudad salieron a las calles a ver el espectáculo.
La península fue entregada a Ucrania en 1954 por el líder soviético Nikita Jrushchev y permaneció bajo la soberanía ucraniana hasta su anexión por parte del Kremlin en marzo, que ni Kiev ni las potencias occidentales han reconocido.
El Día de la Victoria es el festejo secular más importante de Rusia y un elemento crucial de su identidad nacional, al rendir homenaje a las fuerzas armadas y los millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial. En esta ocasión, las relaciones entre Rusia y Occidente sufren la crisis más grave desde la Guerra Fría.
Hubo varias versiones de la violencia del viernes en Mariupol, ciudad de medio millón de habitantes que también fue escenario de desórdenes el mes pasado.
El ministro del Interior de Ucrania, Arsen Avakov, dijo que unos 60 pistoleros atacaron la estación policial y fueron repelidos en una operación en que murió un policía y unas 20 personas que calificó de "terroristas".
El gobierno regional Donetsk dijo que siete personas murieron y 39 resultaron heridas.
Avakov indicó que el gobierno está dispuesto a negociar con los que estuvieran dispuestos a sentarse a la mesa, pero se comprometió a destruir a los que tomen las armas. Prometió no permitir que Ucrania "se convierta en una zona tapón en llamas donde la muerte sea la norma".
Por su parte, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, dijo que "consideramos la anexión rusa de Crimea ilegal, ilegítima y no la reconocemos. Seguimos considerando a Crimea territorio ucraniano y por lo que sé las autoridades ucranianas no han invitado a Putin a Crimea, de modo que desde ese punto de vista, su visita a Crimea es inapropiada".
Horas antes, en Moscú, Putin asistió al orgulloso desfile de 11.000 efectivos a través de la Plaza Roja al son de marchas y canciones patrióticas. Las acompañaron decenas de tanques, lanzacohetes, misiles balísticos intercontinentales Topol-M y el sobrevuelo de 70 aviones, entre ellos varios gigantescos bombarderos estratégicos con capacidad nuclear.
En otra señal de triunfo, una unidad de marinos de la flota del Mar Negro desfiló con la bandera de Crimea en sus vehículos blindados.
En la víspera, Putin acudió a un ejercicio militar que simuló un ataque nuclear en represalia a un ataque enemigo. Las declaraciones oficiales sobre las maniobras, sumamente francas, reflejaron las tensiones con Occidente.
Las potencias occidentales y Ucrania acusan a Rusia de fomentar el malestar y los disturbios en el oriente ucraniano, donde los insurgentes han tomado los edificios del gobierno en decenas de poblaciones. Los insurgentes han convocado a un referendo para el domingo, similar al plebiscito que allanó el camino para la anexión de Crimea en marzo.
Putin pidió sorpresivamente el miércoles que se postergue el referendo, aparentemente en un intento de tomar distancia de los separatistas mientras negocia con Occidente.