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¿Qué es la “violencia vicaria”? la crueldad detrás del caso que conmueve a España

Viernes, 11 de junio de 2021 a las 02:19 pm
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"No las vuelves a ver" fueron las últimas palabras que Tomás Gimeno le hizo a su exmujer el martes 27 de abril, el mismo día que desapareció en Tenerife, España con sus dos hijas, de uno y seis años.

El horror que sacude a España se confirmó ayer con el hallazgo de Olivia de seis años -una de las hijas del atacante-, muerta y atada al ancla de una embarcación, mientras que las autoridades continúan buscando desesperadamente a Anna, de apenas un año. Esas palabras amenazantes se encuadran en un tipo específico de agresión llamada “violencia vicaria”, que se ejerce a través de los hijos con el objetivo de dañar hasta el extremo a la pareja.

Aunque este tipo de hechos se encuadre mayormente entre agresores machistas, hay ejemplos en contrario, como es el caso ocurrido en México y dado a conocer ayer, cuando Anabel N. de 32 años de edad, madre de cuatro hijos, asesinó a dos de ellos, de 3 y 9 años en Chignahuapan, tras darse cuenta que su pareja le contagió una enfermedad de transmisión sexual, presumiblemente VIH. Trascendió que luego de privar de la vida a los dos menores, ella intentó matarse, pero no pudo hacerlo porque la cuerda con la que se iba a colgar no aguantó el peso. Luego, llamó a las autoridades para entregarse. Todo esto fue presenciado por sus otras hijas, dos menores de 10 y 12 años de edad.

(Foto: Twitter/consorciooaxaca)

Esta violencia aparece fundamentalmente tras el divorcio o la denuncia, y el objetivo último es seguir maltratando a la mujer a través de quienes, una vez separada la pareja, tienen acceso, que son los hijos, y a través de los cuales saben que causarán un daño irreversible a las madres, porque toda la historia de maltrato les demostró que ella aguantaba por los niños”, explicó la psicóloga española Sonia Vaccaro, que acuñó el término de “violencia vicaria” en 2012 asociado a personas que realizan una función en sustitución de otra: “Solo la amenaza de ‘te los quitaré’ habla de que son objetos e instrumentos para los agresores, y están dispuestos a usarlos para dañarla”, agrega la experta, que aclara que el mismo suele darse de dos maneras: o bien usándoles de hilo conductor o ejerciéndola directamente sobre ellos con abusos o maltrato.

En el mundo, 6 de cada 10 niños menores de entre 12 y 23 meses están sometidos a algún tipo de disciplina violenta. Casi la mitad son víctimas de castigos físicos y una proporción similar están expuestos al abuso verbal, según un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) “Una situación habitual: violencia en las vidas de los niños y los adolescentes”, gritos, bofetadas, insultos, azotes y sacudidas forman parte de los métodos de disciplina aplicados por los padres a sus hijos en siete de cada diez familias argentinas.

Los primeros cuatro años de vida son críticos. Es la edad en que los niños son más indefensos, pero también cuando más violencia reciben. El 54,4% de los niños de entre dos y cuatro años de la Argentina sufren castigos físicos, el 45,2% de los que tienen entre cinco y 11 años, el 32% de los comprendidos entre 12 y 14 años y el 26,4% de los adolescentes entre 15 y 17. Las agresiones verbales, en cambio, se mantienen alrededor del 60% en todas las edades, según el estudio realizado a partir de la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados.

El maltrato físico y psicológico queda grabado en la memoria de los niños que lo padecen, pero rara vez se denuncia, lo que complica la detección de casos. Es más, cualquiera que osara intervenir frente a un padre que maltrata a su hijo en público recibirá un “¿qué te metés? Es mi hijo” como segura respuesta. Como si el niño fuera de su propiedad. Como si no existiera una norma que prohíbe ese maltrato.

Consultada por Infobae sobre cuánto cree que hay de heredado de su crianza en estas conductas de los padres actuales, la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247) consideró: “Estamos atravesando un cambio de paradigma en relación a la crianza. Venimos con muchos modos adquiridos que son difíciles de modificar. Incluso al hablar con padres, aún consideran que ‘tan mal no salimos’ y creen en la bofetada ‘a tiempo’ o el castigo como modo de aprendizaje”.

Para ella, estos padres no tienen en cuenta que “los niños luego o bien siguen repitiendo aquello que ‘hicieron mal’ ya que muchas veces se trata de conductas propias de cada edad, o cambian la conducta por miedo a la reprimenda”. Para muchos, sin embargo, esto es el efecto buscado.

La especialista en crianza Laura Krochik manifestó: “Creo que el nivel de maltrato lo único que hace es reflejar el nivel de violencia y de desconexión emocional en el que vivimos. Estamos en una sociedad del sálvese quien pueda, en la que no hay lugar para mucha mirada del prójimo”, analizó, al tiempo que remarcó: “Me parece que se trata de trabajar con las nuevas generaciones de padres en cuanto a las necesidades, al autoconocimiento y a la elevación de la autoestima. Un adulto que se reconoce, que se quiere, que se sabe ser humano con todo lo que eso significa no puede maltratar ni denigrar a nadie, menos si se trata de un niño, y menos aún si se trata de su hijo”.

Sobre la manera en que estas nefastas estadísticas podrían revertirse, Krochik destacó que “hay una cuestión de valores, de autoestima y de trabajo personal que podríamos trabajar desde el jardín de infantes, para ver qué les pasa a los niños con las emociones”, y subrayó que en muchas escuelas ya se trabaja con la meditación como herramienta y en esos establecimientos es notable la disminución de la violencia, debido a que hay mucha más concentración y los nenes no están bajo estrés”.

Vivimos en un estado de estrés permanente y eso se manifiesta a la hora de los vínculos; perdemos el norte, perdemos la conciencia. ¿Qué pasa que nos olvidamos del amor? Creo que esto tiene que ver con la sociedad en la que vivimos, más allá de la educación que recibimos, y que se debe generar conciencia, trabajar en prevención para no llegar a estas cifras”, finalizó.

La alienación parental

Otra de las situaciones de violencia familiar a la que están sometidos los hijos es el SAP, comúnmente conocido como Alienación Parental, un conjunto de síntomas que se producen en los hijos como consecuencia de la manipulación negativa por parte de uno de los progenitores. El objeto de esta transformación de la conciencia del niño es destruir el vínculo de éste con el otro progenitor.

“Esta situación es el producto de que uno de los dos padres está empezando a usar a ese niño como instrumento del odio. Si yo soy una mujer que quedé muy enojada con mi ex marido y empiezo a usar a mi hijo como herramienta para generar algún tipo beneficio con la persona que ya no está en mi vida, estoy ejerciendo maltrato”, explicó el psicoanalista Gervasio Díaz Castelli.

En lugar de estar jugando, disfrutando de sus padres y transitando esta etapa con tranquilidad, se encuentran envueltos en un conflicto que le es ajeno. “Lo toman como rehén y drenan las tensiones en ese pequeño y lo que sucede es que ese odio que tiene, en realidad no le pertenece, sino que está simbiotizado y mimetizado eventualmente con aquel que ejerce la manipulación”, expresó el especialista.

Pero la alienación parental no afecta a todos por igual, varía según la edad de cada chico. De alguna manera no tener ese “filtrado de enojo” frente a los hijos siempre produce daño. Por supuesto que cuando el niño razona, está cognitivamente preparado y ya puede entender ciertas cosas, el perjuicio que se produce es mayor.

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