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Lourdes de León no puede parar de llorar. Está feliz de reunirse con su hijo Leo Jeancarlo, de seis años, porque ambos fueron separados en mayo pasado al cruzar la frontera entre Estados Unidos y México.
Su hijo llegó el martes a Guatemala en un vuelo de United Airlines desde Nueva York junto a tres niños más. Horas más tarde llegó otro grupo de menores para sumar un total de nueve, todos guatemaltecos de entre cuatro y 14 años según la Procuraduría General de la Nación.
Una niña de 14 años llegó embarazada. También fue deportada desde Nueva York y tenía un alerta Alba-Keneth, similar a las alerta Amber, para su localización.
“Quiero ver a mi mamá”, decía Leo al bajar del avión e ingresar a una pequeña sala de juegos pintada de azul, blanco y amarillo pastel en el Aeropuerto capitalino de La Aurora. Ahí los niños comían galletas de fresa y tomaban Incaparina, una bebida hecha a base de maíz y soya que es un suplemente alimenticio muy común en el país centroamericano. Ahí Leo comió y jugó con legos, se puso una peluca afro y rio mientras esperaba ser registrado y revisado por un médico. Luego fue trasladado al albergue estatal “Nuestras Raíces”, donde tres horas después encontró a su mamá.
Dentro del albergue estaba su madre, de 27 años, que lo había esperado desde las ocho de la mañana. Cuando volvieron a verse, alrededor de la 2:30 de la tarde, se hincó para abrazarlo.
“Te prometo que nunca más me voy a separar de ti”, dijo Lourdes llorando.
Leo sólo cargaba con una mochila, un pequeño maletín con ropa y vestía jeans, camiseta de Spider-Man y una gorra azul.
Al salir del albergue con Leo, Lourdes explicó a periodistas que sintió un gran alivio.
“Estoy feliz. Lo único que quiero es estar con mi hijo a solas”, dijo mientras subía a un bus alquilado por la cadena Univisión para transportarla.
Lourdes explicó también que no regresará a su natal San Marcos, un departamento fronterizo con México, sino que permanecerá unos días con familiares en la capital guatemalteca. Al preguntarle si nuevamente intentaría migrar a Estados Unidos, dio un rotundo “no”.
Nazario Jacinto Carrillo también llegó a la capital guatemalteca desde su oriundo Huehuetenango unos 300 kilómetros al noreste de la capital a recoger a su hija Filomena, de cinco años. La niña era una de las más pequeñas en el grupo.
Cuando bajó del avión se tomó de la mano con otra menor y llegaron juntas hablando. Una vez en la sala de espera del Aeropuerto empezó a preguntar “¿a qué hora voy a ver a mi papá?”, mientras una psicóloga le explicaba que debía esperar un poco. “También quiero ver a mi hermanita”, dijo.
Jacinto también fue separado de su pequeña por la patrulla fronteriza al intentar migrar a Estados Unidos hace tres meses. Su hija, como Leo, permaneció en el centro de atención Cayuga Center, en Nueva York.
A diferencia de Lourdes, Jacinto evitó hablar con periodistas.
Cuando los menores de edad deportados llegan a Guatemala son recibidos por personal de la Procuraduría General de la Nación, que los documenta en un área adaptada para tal fin. Allí también son revisados por un médico, luego son trasladados al albergue y posteriormente reunificados con sus familiares.
La secretaría de Bienestar Cocial de la Presidencia informó que en lo que va del año han sido deportados 3,135 menores desde Estados Unidos y México. El viceministro de Relaciones Exteriores, Manuel Estuardo Roldán, confirmó el lunes que 53 niños separados de sus familias han sido reunificados con sus familiares.
2018-08-07
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