El psicólogo venezolano Francisco Morante consolida su vocación y compromiso inquebrantable con el autismo

Morante trabaja mano a mano con niños dentro del espectro autista

Martes, 11 de febrero de 2025 a las 05:00 pm
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Francisco Morante no recuerda el momento exacto en que decidió ser psicólogo, porque, en el fondo, no fue una decisión tomada en un instante: fue una necesidad que creció con él. Desde niño, desarrolló una sensibilidad inusual hacia el dolor ajeno. “Recuerdo que de niño, cuando veía a alguien triste, no podía simplemente seguir con mi día como si nada. Algo en mí se activaba… me impulsaba a acercarme, a escuchar, a intentar que esa persona se sintiera mejor”. Esa inclinación natural lo condujo, años después, a dedicarse por completo a comprender y aliviar el sufrimiento emocional de otros.

Hoy, con una carrera consolidada en Estados Unidos como Behavioral Interventionist, Morante trabaja mano a mano con niños dentro del espectro autista, aplicando intervenciones terapéuticas que combinan conocimiento técnico, sensibilidad humana y una ética profesional firme. Pero su historia no comenzó en una clínica, sino en Venezuela, entre libros de psicología y una vocación que se manifestaba incluso antes de entender qué era una profesión.

Raíces profundas: vocación y formación

Francisco se formó como psicólogo en la Universidad Yacambú, en Cabudare, Estado Lara, donde se graduó en 2020. Desde su adolescencia ya sabía que la psicología no era simplemente una carrera para él, sino una forma de vida. “Siempre he tenido la convicción de que la salud mental es tan vital como la física, y que muchas personas cargan dolores silenciosos que necesitan ser escuchados y tratados con respeto y empatía”.

Durante su etapa universitaria, se sumergió en el estudio de la mente humana, los vínculos familiares, los traumas, las emociones, y todo lo que pudiera ayudarlo a entender a las personas desde su interior. Esa búsqueda se fue afinando con experiencias concretas que lo marcaron, especialmente en los años posteriores a su graduación.

El punto de inflexión: el autismo como misión

Francisco no llegó al campo del Trastorno del Espectro Autista (TEA) por azar. Su especialización nació de vivencias directas en entornos clínicos y educativos, donde comenzó a interactuar con niños que presentaban retos en la comunicación, la interacción social y el comportamiento adaptativo. “Debo admitir que me sentí retado; no siempre era fácil conectar con ellos desde los enfoques tradicionales. Pero justo ahí fue donde empecé a descubrir un mundo completamente distinto”.

Uno de los casos más decisivos fue el de un niño de cinco años con autismo no verbal. Nadie lograba conectar con él. Morante insistió con paciencia, respetando su ritmo y lenguaje, y poco a poco comenzaron a aparecer pequeños pero significativos avances: contacto visual, gestos de afecto, momentos compartidos. “Fue en ese proceso donde entendí la importancia de brindar atención especializada, individualizada y respetuosa con el ritmo y el lenguaje de cada niño. Sentí que había encontrado un propósito”.

Experiencia y formación continua

Ya en Estados Unidos, Francisco fortaleció su perfil profesional con una combinación de experiencia práctica y formación técnica. Desde julio de 2022 hasta octubre de 2024 trabajó en The Learning Spot Residential, en Prosper, Texas, donde brindó terapia ABA (Análisis Conductual Aplicado) a niños con autismo. Luego, asumió funciones en RTG Advisors LLC, en Frisco, donde actualmente implementa planes de intervención personalizados diseñados por analistas certificados (BCBA).

A lo largo de estos años, se ha formado en áreas clave como intervención en crisis, cuidado informado en trauma, análisis de conducta, regulación emocional, y uso de refuerzos positivos. Ha completado cursos y certificaciones en medicación psicotrópica, intervención en crisis no violenta, reporte de abuso infantil, manejo de la ansiedad, y más. También cuenta con formación en primeros auxilios y RBT (Registered Behavior Technician) pre-licencia.

Además de su formación académica, Francisco se caracteriza por una búsqueda constante de actualización. “La psicología y el abordaje del autismo están en constante evolución, y sé que para ofrecer lo mejor, debo mantenerme en formación permanente”.

El día a día: más que técnica, conexión

Como Behavioral Interventionist, su trabajo implica mucho más que aplicar técnicas. Cada intervención es una oportunidad de construir puentes emocionales. Francisco trabaja directamente con los niños, aplicando los planes ABA en distintos entornos: hogar, escuela o centros terapéuticos. Enseña habilidades funcionales —como lavarse los dientes, seguir instrucciones o tolerar cambios— y también apoya el desarrollo de la comunicación, la regulación emocional y las habilidades sociales.

Pero lo que más valora son los logros que otros podrían considerar pequeños. “Ese primer contacto visual sostenido, la primera palabra espontánea, una nueva forma de expresar una emoción… Son victorias inmensas en el contexto del autismo”.

Una intervención que transforma familias

Francisco también trabaja estrechamente con las familias, a quienes considera parte fundamental del proceso terapéutico. “Me esfuerzo por ver más allá del diagnóstico, por entender a cada niño como un ser completo, con sus emociones, sus formas únicas de comunicarse y su propio universo interior”.

Acompaña, orienta y contiene a padres que muchas veces llegan agotados, confundidos o desmotivados. Para él, la verdadera intervención no solo transforma al niño, sino que fortalece todo el entorno familiar. Esa es su apuesta.

Consultado sobre lo que lo diferencia de otros profesionales del área, Francisco responde con claridad: “Creo que mi mayor elemento diferenciador es la capacidad que tengo para crear un vínculo genuino con los niños y sus familias, y hacerlo desde una mezcla equilibrada entre conocimiento técnico, sensibilidad humana y compromiso ético”.

Su enfoque se basa en una ética de la conexión: sin juicios, con respeto profundo por las diferencias, y con una mirada siempre centrada en la dignidad del niño.

Una carrera con sentido

Hoy, Francisco Morante es parte del complejo ecosistema de profesionales que dan soporte a personas neurodivergentes en Estados Unidos. Pero su motor sigue siendo el mismo que lo impulsaba de niño: aliviar el dolor, crear puentes, y acompañar con empatía.

“Cada día representa un reto, pero también una oportunidad real de transformar vidas. Me siento pleno trabajando en esta área porque combina técnica, vocación y mucha humanidad”. Francisco no solo ejerce la psicología: la encarna. Y su historia es un ejemplo de cómo una sensibilidad natural puede convertirse, con esfuerzo, estudio y compromiso, en una carrera al servicio de los demás.

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