Algunas de las comunidades indígenas en Venezuela están completamente aisladas geográficamente, lo que hace difícil la implementación del sistema de salud, es por eso que el galeno Juan Zubillaga decidió no quedarse al margen. Desde su etapa como estudiante de medicina en la Universidad Central de Venezuela, entendió que su rol como médico debía ir más allá del consultorio: debía estar donde la necesidad es urgente.
Fue así como llegó al Campamento Universitario Multidisciplinario de Investigación y Servicio (CUMIS UCV), una organización de voluntariado médico que en 2017 realizaba una única jornada anual de atención básica. En poco tiempo, pasó de ser asistente logístico a convertirse en su Director General, liderando una transformación profunda tanto en escala operativa como en enfoque estratégico.
Durante los años más críticos de la emergencia humanitaria venezolana, entre 2018 y 2020, Zubillaga llevó a CUMIS a multiplicar por seis su capacidad de acción, organizando expediciones médicas, odontológicas y psicológicas en zonas remotas del país. Gracias a un modelo de logística eficaz y alianzas con agencias internacionales, el proyecto pasó de atender a 400 personas al año a más de 4.000 beneficiarios directos en múltiples regiones, muchas de ellas sin ningún otro tipo de asistencia institucional.
Pero lo que realmente distinguió su liderazgo fue la integración de la investigación científica como pilar del servicio médico. Bajo su dirección, se diseñaron y ejecutaron más de una docena de estudios clínicos y epidemiológicos, abordando problemas invisibilizados por décadas: desde la prevalencia de enfermedades tropicales en pueblos originarios hasta el perfil químico del agua que consumen. Varios de estos estudios fueron publicados o están en proceso editorial.
“No basta con llevar medicinas. Hay que generar conocimiento útil, contextualizado y aplicable. La ciencia también debe estar al servicio de quienes no tienen voz”, comenta el medico que a través del CUMIS, no solo diagnosticaba y trataba enfermedades. También recolectaba data, capacitaba personal de salud local, dictaba talleres preventivos, entregaba insumos médicos de primera necesidad y establecía redes de apoyo comunitario. Lo hacía en contextos donde todo estaba en contra: escasez de recursos, zonas militarizadas, riesgos de seguridad, falta de infraestructura y, muchas veces, resistencia institucional.
Zubillaga puntualiza que “Trabajar bajo presión era la norma. Cada viaje era un acto de resistencia. Pero también era una oportunidad de mostrar que se puede hacer salud digna incluso en el peor de los escenarios.” Su trabajo en CUMIS sirvió como plataforma para colaborar con otras organizaciones sin fines de lucro respaldadas por agencias como la Organización Panamericana de la Salud y Acción contra el Hambre. Participó como consultor de logística y ejecutor médico en proyectos de desarrollo sanitario que integraban prevención, formación, recolección de data y empoderamiento comunitario en diversas regiones rurales.
Zubillaga no concibe la medicina como una práctica estática. Para él, un médico debe ser también líder, investigador, educador y estratega. Esa visión integral lo ha llevado a especializarse en coordinación logística y metodología de investigación aplicada a comunidades rurales e indígenas, convirtiéndose en un puente entre la academia, la salud y el activismo humanitario.
En su trayectoria ha recibido múltiples reconocimientos: desde el Premio al Mérito Estudiantil por Investigación Científica hasta el Premio por Acción Social Voluntaria. También obtuvo mención Cum Laude al graduarse como médico, pero para él, los premios no son el objetivo.“Los logros que realmente cuentan no se cuelgan en la pared. Son las comunidades que hoy tienen más herramientas, más salud y más esperanza.”
Actualmente, Zubillaga mira hacia afuera. Cree que lo que funcionó en Venezuela puede y debe escalarse. Su meta es internacionalizar su modelo de intervención, adaptándolo a las realidades de otras poblaciones indígenas y comunidades excluidas alrededor del mundo. Está construyendo alianzas, generando propuestas y conectando con redes globales para llevar su enfoque a nuevos territorios. “Las barreras cambian de país en país, pero la exclusión tiene un patrón común. Mi propósito es construir soluciones sostenibles para quienes han sido históricamente ignorados, sin importar en qué parte del mundo estén” afirma.
Juan Zubillaga representa a una nueva generación de médicos que entienden que la medicina no es solo técnica, sino también una herramienta política, cultural y social. Su misión no es solo curar enfermedades, sino cambiar estructuras. Llevar salud donde no la hay. Generar datos donde nadie había investigado. Formar líderes donde solo había dependencia. Y construir puentes entre la ciencia y la justicia, porque para él, la medicina —cuando se hace con compromiso, estrategia y compasión— no solo salva vidas, también puede reescribir futuros.
Visita nuestra sección: Migración
Para mantenerte informado, sigue nuestros canales en Telegram, WhatsApp y Youtube