Un grupo de migrantes venezolanos crearon la Liga Venezolana de Softbol en Austin, Texas, un torneo recreativo en el cual los desplazados encuentran la sensación de un hogar en tierras estadounidenses.
Entre los competidores de este torneo recreativo, está Omar “Mao” Conoropo Jr., quien relató a Austin American-Statesman cómo llegó a Estados Unidos y a la liga de softbol.
El oriundo de Maracay relató que durante su infancia en Venezuela, siempre se imaginó a miles de kilómetros de distancia de su hogar, en Estados Unidos, jugando a la pelota.
Pensaba en los majestuosos estadios de béisbol de las Grandes Ligas que veía por televisión. Ahora, sus veranos en el campo de Walnut Creek Park, en el norte de Austin, no son tan diferentes a los que esperaba.
Lea también: Nueva York | ¿Quiénes pueden participar en la lotería de alquileres de $930 mensual? (+Fecha límite).
En ese mismo parque se jugó un partido decisivo. El marcador estaba empatado, con las bases llenas y Mao bateó un triple.
Los jugadores de uniforme negro de los “Marlins de Austin”, un equipo de softbol recreativo de la Liga Venezolana, corrieron por las bases. Con esta victoria, los Marlins se quedaron con el primer lugar de la serie.
Los Marlins de Austin, un equipo compuesto, en su mayoría, por inmigrantes venezolanos, vencieron a las “Estrellas” en un partido decisivo de la Liga Venezolana de Softbol, el 8 de junio.
La Liga Venezolana es un ejemplo de cómo millones de venezolanos disfrutan del "pasatiempo americano”.
La liga que los inmigrantes crearon en Austin es distinta a la costumbre local del softbol recreativo, de cervezas y calma en el campo.
Los aficionados de la Liga Venezolana saben intimidar. Sus equipos tienen cuentas en las redes sociales. Muchos de sus jugadores, como Mao, registran ponches o bases robadas como profesionales en equipos de ligas menores, reseñó el medio local.
La liga venezolana lleva estadísticas y realiza retransmisiones en directo. Su intensidad la ha convertido en un foco social para la creciente comunidad de inmigrantes venezolanos que se asentó en Austin Norte, Pflugerville, Cedar Park y Leander en los últimos años.
Desde 2021, la liga pasó de tener solo cuatro equipos, a 22 escuadras y unos 600 jugadores.
Venezolanos reciben apoyo de sus compañeros
Mao relató que el béisbol tenía un aire más dulce hace 20 años, cuando muchos de los jugadores de la liga aún estaban en Venezuela y todavía eran jóvenes.
Él y su hermano menor Pedro, que ahora tiene 20 años, se unieron al club local de béisbol juvenil en Maracay antes de cumplir los 3 años.
Su padre, Omar Conoropo padre, trabajaba como vendedor de seguros. La familia pertenecía al club social del barrio, con acceso a la piscina y campos de tierra para jugar a las bolas criollas.
Los hermanos recorrían el país para participar en torneos. Mao comenzó a jugar en competencias nacionales a los 5 años, y en 2011, a los 13 años, integró el equipo municipal de Maracay que representó a Latinoamérica en la Serie Mundial de Pequeñas Ligas en Williamsport, Pensilvania. Omar Conoropo trabajó como entrenador asistente.
Mao y Pedro llegaron a competir en los niveles más altos del circuito de contratación. En 2015, Mao consiguió un contrato con los Rojos de Cincinnati. Dejó Venezuela para jugar en la República Dominicana, donde la MLB dirige primero a muchos de sus jóvenes prospectos latinoamericanos.
Más tarde jugó en Arizona y Montana, los puntos de entrada del sistema de ligas menores estadounidenses de los Rojos.
En el sistema de ligas menores, la paga es infamemente baja, un hecho que puede mejorar si un jugador recibe una gran bonificación por fichaje, normalmente concedida a los prospectos más codiciados.
En sus cuatro años como jugador de ligas menores, Mao ganó 300 dólares a la semana más alojamiento durante la temporada.
Firmado por 5 mil dólares, Mao pasó las temporadas libres entre el trabajo y el entrenamiento, para mantener a su familia en Venezuela. Pintó casas, cargó equipaje como botones de hotel y condujo para Lyft.
Ahora, Mao hace todo lo posible por acabar su trabajo con el servicio de transporte más temprano cuando tiene partido.
Durante los partidos de liga, los entrenadores, a menudo el jugador más canoso del equipo, salen de los banquillos para gritar a los árbitros, que sonríen nerviosos, después de que un "out" en una base le cueste el liderato a un equipo.
Las barras bravas, integradas por grupos de esposas, novias, madres e hijas que apoyan a un equipo, aplauden los bateos extrabases de sus seres queridos y abuchean a los lanzadores rivales durante sus visitas al montículo. Suenan vuvuzelas y bailan alrededor de los equipos de música.
Risas, vítores y abucheos resuenan en las abarrotadas gradas. Un locutor se dirige a quienes siguen la retransmisión a través de las redes sociales, como la madre de Mao y Pedro, quienes aún viven en Maracay.
Mao se mudó́ a Austin en otoño de 2021 por sugerencia de un conocido de Maracay. Los Reds lo habían descartado esa primavera, lo cual puso fin a su sueño de la infancia.
Después de una última temporada en una liga semiprofesional en República Checa, Mao regresó a EEUU. Su visado de turista, de su viaje a las Series Mundiales de Pequeñas Ligas 10 años antes, expiraba ese año. Era su última oportunidad de establecerse en Estados Unidos y trabajar.
Austin le pareció solitaria al principio. Mao pensó que un lugar como Miami sería más agradable, con más venezolanos y más amigos de amigos.
Sin embargo, todo cambió cuando conoció́ a Leonard Lares, otro inmigrante venezolano que dirigía un equipo de béisbol que pronto se convertiría en equipo de softbol, los Marlins.
Lares fundó la Liga Venezolana en 2021 con un amigo porque quería un punto intermedio de lo que veía en estas otras ligas.
Le gustaba que las reglas del sofbol ampliaran la accesibilidad. Pero quería una competitividad que él y sus amigos no habían encontrado en las ligas recreativas de softbol.
Imaginó a los jugadores robando bases, un componente a veces eliminado de las ligas recreativas, equipos vestidos de uniforme, anotadores y locutores.
La combinación funcionó. Exjugadores de ligas menores con caras frescas salen al campo junto a padres y antiguos entrenadores.
Cuando cada temporada llega a su fin, los propietarios de equipos como Lares y Yorbys Tabares, del equipo Mambo, hacen llamadas para robar jugadores al rival.
También buscan nuevas incorporaciones, una tendencia que ha aumentado la importancia social de la liga.
Lea también: EEUU | El estado donde puedes tramitar la licencia de conducir gratis (+Paso a paso).
Un viernes por la noche, Omar padre recorría las gradas, y se detenía ante varios grupos de jugadores y aficionados sentados alrededor de hieleras.
Los logotipos de los negocios, propiedad de inmigrantes (hamburgueserías, empresas de transporte, talleres de automóviles y vendedores de material médico) se veían en las espaldas de los jugadores y en las pancartas de la liga que colgaban como telón de fondo a unos metros de distancia.
Omar padre se quedó mirando el campo donde sus hijos se preparaban para batear con los Marlins. Llamó a su amigo Leonardo Rodríguez, su jefe en una empresa de instalación de muebles y mánager de su equipo, Cuyagua. Los dos se estrecharon la mano y se volvieron hacia el partido.
El migrante dijo que Austin puede sentirse incompleto por la falta de familiares, sobre todo por la ausencia de Rosa, su mujer y madre de Mao y Pedro.
Pero todos los que le rodean también tienen que "empezar de cero". Y la liga lo hace un poco más fácil.
Los compañeros de equipo de la liga se ayudan los unos a los otros a encontrar trabajo. Y son los compañeros de los Marlins los que se reúnen para el cumpleaños de Mao o la cena de fin de año de los Conoropo.
Para mantenerte informado y estar al tanto de todo lo que ocurre en el mundo y en el país, haz clic en el siguiente enlace.
Sigue nuestro canal en Telegram https://t.me/Diario2001Online
Sigue nuestro canal de WhatsApp: https://www.whatsapp.com/channel/0029Va9CHS8EwEk0SygEv72q