La música de Tinku Perugachi no entra en una sola categoría. Es al mismo tiempo tradicional y moderna, local y global, profunda y directa. Baterista, productor musical y apasionado defensor del patrimonio sonoro andino, Tinku ha convertido su carrera en una herramienta para amplificar las voces que rara vez suenan en los grandes escenarios. Desde Otavalo, su ciudad natal, ha trabajado con una intensidad inquebrantable para llevar la música ecuatoriana –especialmente la indígena y rural– a espacios de mayor visibilidad y calidad profesional.
Graduado en Sound and Music Production por la Universidad San Francisco de Quito, formación que combinó con un enfoque práctico desde muy joven, Tinku ha trabajado desde distintos frentes: producción, mezcla, dirección musical, grabación, formación técnica y creación de contenido. Lo suyo no es solo tocar o grabar. Es construir un tejido musical que respete la raíz y, al mismo tiempo, tenga el poder de sonar en el mundo entero.
Uno de sus proyectos más significativos es Chusa Uku, una producción bajo el sello Grande Liga Records que fusiona repertorio andino tradicional con una estética sonora moderna. No se trata de una reinterpretación superficial: el disco mantiene la esencia de los cantos ancestrales mientras los sitúa en una narrativa sonora accesible, bien producida y lista para plataformas internacionales. Esta propuesta no solo rescata sonidos, también les da lugar, estructura y proyección, apostando por la distribución formal y el reconocimiento legal mediante registros en entidades como SAYCE.
Su capacidad para trabajar con diferentes géneros se evidencia en proyectos como Del Campo a la Ciudad, de la agrupación Inmortal Kultura. Aquí, Tinku se desempeñó como productor e ingeniero de mezcla para canciones que fusionan rap con idiomas y temáticas indígenas. Letras en kichwa y español que hablan de territorio, resistencia y orgullo cultural se combinan con beats urbanos, creando una fórmula poderosa y disruptiva. El impacto de este trabajo fue reconocido en 2023 por varias entidades: la Alcaldía Metropolitana de Quito, Radio Cultura 100.9 FM, la Asamblea Nacional de Imbabura y el Municipio de Otavalo, entre otros.
Más allá de los proyectos de alto perfil, una parte esencial de su carrera ha sido el impulso a músicos locales emergentes. Tinku ha trabajado con jóvenes artistas de Otavalo y comunidades aledañas, brindándoles acceso a procesos de grabación, mezcla y masterización de calidad profesional. Muchas de estas colaboraciones han encontrado difusión en plataformas como SoundCloud y YouTube, y algunas incluso han sido distribuidas bajo sellos independientes. Para él, trabajar con talento local no es solo una cuestión de apoyo artístico, sino una forma concreta de generar oportunidades económicas, fortalecer la identidad cultural y formar audiencias.
En 2023, su versatilidad lo llevó también a colaborar con la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador, participando en un evento que tuvo como eje la difusión de ritmos nacionales en formato sinfónico. Ese mismo año, recibió un homenaje a su trayectoria musical por parte del Municipio de Otavalo, coronando un período de intenso trabajo que consolidó su lugar como una figura clave en el ecosistema musical ecuatoriano.
Su participación en el disco Tributo a los míos de Fernando Pacheco marcó otro hito. Este álbum, considerado uno de los más importantes dentro del repertorio de música popular ecuatoriana contemporánea, contó con la colaboración de artistas como Juan Fernando Velasco y Loko Kuerdo. Tinku formó parte de la producción, aportando su enfoque técnico y artístico a una obra que ha sido catalogada como un referente de la música nacional.
El alcance de su trabajo también ha cruzado barreras artísticas para conectar con marcas, instituciones y personalidades del ámbito político y académico. Ha colaborado con MegaCines del Ecuador, la Universidad San Francisco de Quito en alianza con Berklee College of Music, y con figuras públicas como Paolina Vercoutere y Leónidas Iza, con quienes ha compartido espacios de diálogo cultural.
Pero más allá de los reconocimientos, lo que impulsa a Tinku es una convicción clara: la música tradicional tiene poder. “Creo que la música tradicional contiene saberes y lenguajes que merecen visibilidad. La fusión con sonoridades modernas permite revitalizar esas tradiciones y abrir caminos para nuevos públicos”, afirma. Esta visión es la que guía todos sus proyectos, desde el estudio de grabación hasta los escenarios.
Ahora, con la mirada puesta en expandir su trabajo hacia Estados Unidos, Tinku tiene un objetivo claro: llevar el sonido andino y kichwa a escenarios internacionales. Su propuesta incluye colaboraciones con artistas estadounidenses para crear proyectos híbridos que integren tradición andina con géneros como hip-hop, jazz y electrónica. Además, planea ofrecer talleres de producción y mezcla, compartiendo su experiencia sobre cómo preservar elementos tradicionales dentro de grabaciones contemporáneas. Su aporte, dice, no será solo musical, sino también formativo y comunitario.
Tinku Perugachi no está siguiendo una moda ni repitiendo fórmulas. Está construyendo una carrera sólida sobre la base de su identidad, su comunidad y su dominio técnico. Es un artista que no solo hace música, sino que transforma el sonido en una declaración de pertenencia, memoria y posibilidad y lo más interesante es que apenas está comenzando.
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