Cristóbal Naranjo [email protected]
No es inusual ir a una tienda y al consultar por las características o la calidad de cualquier producto recibir una respuesta seca, desanimada, que por lo general va acompañada de una expresión de molestia y fastidio en el rostro del vendedor.
Tampoco es poco frecuente observar en el Metro a jóvenes que les ceden el puesto a los ancianos o encontrar que al abrirse las puertas del ascensor, algún caballero hace una seña y permite el paso de las damas, a quienes también en ocasiones se les sostiene la puerta al salir o entrar a cualquier edificio. Mucho más rechazo hay a ser abordado por un extraño para una simple información, por el temor a ser víctima de la delincuencia.
El carácter afable del venezolano, si bien queda en entredicho en situaciones como la inicialmente descritas, sobrevive bajo las condiciones de crisis que imperan actualmente en el país.
Al explicar el porqué se mantienen los rasgos de amabilidad, más allá de que se hayan modificado y disminuyan en medio de la complicada cotidianidad, el sociólogo Amalio Belmonte hace un inventario de las particularidades de los nacidos por estos pagos, a los que por su trato y amistosa manera de sobrellevar el día a día siempre se los relacionó con tan apreciada cualidad.
“En el venezolano siempre ha predominado una cierta informalidad en el establecimiento de relaciones que en otros países cercanos como Colombia se dificulta porque no es tan fácil ser tan directo y horizontal en el trato”, sostiene Belmonte y seguidamente detalla y enumera otra razón que arroja luces sobre la tradicional afabilidad criolla.
“Aquí somos proclives a conocer extraños y eso nos diferencia de otras sociedades. El clima también influye porque no tenemos el cielo gris por meses como pasa en otros países. Es una combinación de factores. La informalidad con la horizontalidad de las relaciones”, asegura el especialista, que también menciona a la solidaridad como marca de fábrica de los compatriotas.
No obstante, Belmonte no niega que la magnitud de la crisis venezolana ha hecho mella en el carácter afable de la población y sus secuelas se extienden hasta en las relaciones más cercanas. “La satisfacción en el nivel de vida de las personas incide en la afabilidad. Además, la polarización del país afecta las relaciones de amistad porque la política está omnipresente en cualquier reunión y ese factor puede restar gentileza y cordialidad. Los puntos de encuentro se han reducido”, alerta el académico, y al volver a referirse a la política, acota que los venezolanos sienten que están siendo burlados y engañados, un factor que genera frustración y también modifica la conducta.
Individualismo
Belmonte también llama la atención sobre lo que puede ocurrir con las mencionadas “nuevas formas de solidaridad”, si la situación del país no mejora a corto y mediano plazo. “Si la crisis sigue extendiéndose puede surgir una característica que no es propia del venezolano que es el individualismo.
Manual
Por años, el Manual de urbanidad y buenas maneras, de Manuel A. Carreño, de 1853, rigió el comportamiento de los de venezolanos y buena parte del mundo iberoamericano. La obra, muy recordada y poco practicada, ofrecía lecciones y consejos sobre cómo debían comportarse las personas en espacios públicos y privados.
2017-02-10