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El diputado de la Asamblea Nacional por el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Hugbel Roa, respondió a la carta pública que este viernes el obispo de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta, dirigió a su persona ante las acusaciones del parlamentario contra el nuevo cardenal Baltazar Porras.
En la carta, que fue divulgada por Globovisión, Roa afirmó que se ha tratado distorsionar su intervención en la Asamblea Nacional sobre el tema, convirtiéndolo en un asunto de fe, cuando se trató de una denuncia que hizo como hombre "formado por un humanista y socialista como Hugo Chávez".
"Baltazar Porras ha sido uno de los grandes responsables de la decadencia absoluta de la jerarquía de la iglesia católica en Venezuela", dice.
Lee a continuación el comunicado íntegro y completo:
RÉPLICA A LA CARTA PÚBLICA DE MONSEÑOR MARIO MORONTA
Por: Hugbel Roa
El pueblo venezolano conoce quién es el oscuro personaje que muy lamentablemente, ha sido designado en días recientes como Cardenal. El pueblo católico que ofrenda su fe en la vida y obra de Jesús, siente una legítima indignación porque ha sido Baltazar Porras uno de los grandes responsables de la decadencia absoluta de la jerarquía de la iglesia católica en Venezuela, la cual forma parte de la dirección política de la más rancia derecha que ha dado Golpes de Estado, que perpetra sabotajes económicos criminales, que ordena asesinatos a dirigentes políticos y sociales, que ha pretendido someter al país a la más brutal guerra psicológica, sin que hayan mediado en ninguno de los casos las constricciones morales y mucho menos los arrepentimientos que debe tener cualquier servidor espiritual del pueblo.
Se ha tratado de distorsionar mi intervención en la Asamblea Nacional sobre este tema, convirtiéndolo en un asunto de fe, cuando en realidad se trata de una denuncia que hago como hombre formado por un humanista y socialista como Hugo Chávez, que cree en una iglesia defensora de las y los humildes, de las y los descamisados. No se puede apelar a la fe cristiana para defender un señor que, escondido tras la investidura eclesiástica, atenta de forma sistemática contra la base del pueblo católico de nuestro país.
Baltazar Porras no es cualquier prelado. Más bien ha sido y sigue siendo un alto dirigente político de la derecha venezolana que ha hecho carrera en la Conferencia Episcopal, convirtiendo dicha instancia en una de las puntas de lanza más violentas contra la Revolución Bolivariana y, en general, contra los intereses del pueblo venezolano. Cabe recordar que Baltazar Porras tuvo un papel determinante en la planificación y ejecución del Golpe de Estado contra el Comandante Supremo Hugo Chávez en abril de 2002, fue cómplice del secuestro de nuestro Presidente, así como de la orquestación para asesinarlo.
Para desgracia del pueblo católico, sus depravaciones en el plano personal y las de algunos altos jerarcas de la iglesia católica venezolana que lo acompañan en dichas prácticas, son hechos públicos conocidos por las comunidades donde hacen vida y por el país entero.
La verdad duele y quizás ha sido ese dolor el que ha impulsado a Monseñor Moronta a ejercer una defensa automática de la jerarquía que, en otros momentos, ha cuestionado por sus actuaciones en la política y en la iglesia.
Monseñor Moronta debe ser consciente de que el país no está en condiciones de ser testigo de solidaridades automáticas con este tipo de dirigentes políticos. Más bien vivimos un momento crucial entre la posibilidad de mantener y profundizar los avances y logros conquistados para la dignidad de nuestro pueblo y el abismo fascista al que pretende conducirnos la derecha que Baltazar Porras representa al lado de Ramos Allup.
Monseñor Moronta. Como dijo nuestro Libertador y repitió tantas veces el Comandante Chávez, en Venezuela hemos conquistado en estos años nuestro bien más preciado: la independencia nacional. Creo que usted es consciente que esta independencia está severamente amenazada por la derecha que representa Baltazar Porras.
Soy un hombre temeroso de Dios. Monseñor Moronta miente al decir que ofendí a Dios. No sé cuál sea el motivo de tal exageración. ¿Puede ser que sea una exigencia, para revindicar alguna posición en el pasado o simplemente una muestra de solidaridad mecánica para con sus cófrades de la iglesia? Dedicarse al país en materia episcopal es una cosa. Tomar partido político por una tendencia determinada es otra. He estudiado la historia y sé el terrible daño que provoca la religión al rozar el azaroso terreno de la política, nada más mundano y terrenal. Guerras, genocidios, asesinatos son el resultado. Ahora se me pide que pida perdón. ¿Cuánto tardo la jerarquía católica en admitir que se equivocó en las cruzadas? ¿Cuánto han tardado en admitir que fueron parte determinante en el genocidio de millones originarios americanos? El arzobispo de Berlín durante la II Guerra Mundial ¿no bendecía las tropas nazis que se preparaban para invadir Europa? ¿Cuántas mujeres dieron con sus huesos en la hoguera de la Inquisición acusadas de brujería? La persecución a Calvino, a Lutero y a sus seguidores. Todavía no han reconocido los crímenes del tristemente célebre Fray Tomas de Torquemada y sus “autos de fe”. Son innumerables los casos donde la Fe fue puesta a un lado por complacencia con el poder político. La separación de la Iglesia del Estado garantiza la libertad de culto, algo que por la carta de Monseñor Moronta, es negado tajantemente.
Las mujeres y hombres humildes de Venezuela, cristianos en la fe, trabajadores y trabajadoras de un país cada vez más digno y soberano, le exigimos a la jerarquía de la iglesia católica que por la paz, reconozcan públicamente sus errores históricos y se pongan del lado pueblo, en la construcción de una nación justa y de iguales por la suprema felicidad social de todas y todos.
Viernes, 14 de octubre de 2016
2016-10-16