El santo campesino más popular en muchos lugares de América Latina es San Isidro Labrador.
Más que en los hombros de los misioneros llegó a nosotros de mano de los hombres de a pie que acompañaron a los capitanes conquistadores y se dedicaron desde un comienzo a aprovechar las riquezas de las ubérrimas tierras del continente americano.
Qué mejor que confiarse al patrocinio del patrono de Madrid y por eso lo vemos en muchos lugares, incluidas las ciudades de hoy, pequeñas villas o poblados de hace siglos atrás.
La palabra de Dios
Para San Isidro Labrador la Palabra de Dios se tradujo en un modo de estar en medio del mundo. Vivió con coherencia lo que bellamente describe el apóstol San Pablo en el himno del amor.
Como vecino estaba atento a las necesidades de todos los que vivían a su lado. Como trabajador del campo, a sueldo de un dueño, buscó siempre la justicia y la verdad para que todos pudiesen vivir con el sudor de su frente.
Y, así en medio de las gentes con las que vivió, expresaba de formas diversas que su vida lo era para construir la fraternidad entre todos, con todos y para todos.
Cristiano muy cercano
Sus contemporáneos lo recordaban como ese cristiano que manifiesta con su vida que Dios está cerca de nosotros, que está con nosotros, que está dentro de nosotros.
Quizá por eso suenan bien par San Isidro Labrador las palabras que san Pablo dedicaba a los filósofos epicúreos y estoicos en el areópago de Atenas, cuando dice que “Dios no habita en santuarios fabricados por manos humanas…, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos” (Act. 17, 24. 28).
Al contemplar a los santos, y en concreto a San Isidro Labrador, vemos la gran estela de luz con la que Dios ha atravesado la historia. ¡Qué luz nos entrega este santo del siglo XII! ¡Qué luz irradió en todos los continentes donde está presente su memoria!
Un homenaje
Tomo estos párrafos del Cardenal Osoro de Madrid, para rendir homenaje en la cercanía de su fecha, el 15 de mayo, pidiendo unas veces que quite el agua y ponga el sol, y otras, al revés, que nos dé el preciado líquido para que los campos produzcan y tengamos todos el sustento diario.
Que sea este santo de a pie, sencillo y humilde, como mucha de nuestra gente, comunicando el amor y la alegría producto de la vida cotidiana iluminada por la fe.
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