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El fracaso de un petroestado

Lunes, 31 de octubre de 2022 a las 06:47 am
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¿Por qué falló el petroestado nacional?

Si a algún error garrafal tenemos que mirarle la cara los venezolanos, es al trágico desaprovechamiento de la riqueza petrolera que nos ha bendecido en el último siglo, a la cual hemos sido incapaces de sacarle un verdadero provecho.

Hemos padecido los altibajos de la montaña rusa de los precios de los hidrocarburos, que nos han conducido alternativamente del despilfarro a la carencia una y otra vez, dejando vergonzosa constancia de que nada hemos aprendido.

El fracaso avisado del petroestado

Ya muy tempranamente, al comienzo de nuestra aventura –o desventura– energética, Arturo Uslar Pietri acuñó aquella famosa frase “hay que sembrar el petróleo”.

Fue nada menos que en 1936, hace 84 años.

Posteriormente, preguntado al respecto, explicó:

“Cuando dije ‘sembrar el petróleo’, quise expresar rápidamente la necesidad angustiosa de invertir en fomento de nuestra capacidad económica el dinero que el petróleo le producía a esta Venezuela, por tan largo tiempo desvalida”.

No aprendimos para frenar el petroestado

Al día de hoy no lo hemos hecho. Y podría ser muy válido decir que nadie aprende en cabeza ajena.

Aquella era una Venezuela muy joven e inexperta como potencia energética.

Pero hoy, cuando estamos a semanas de cumplir 100 años del famoso reventón del pozo Barroso II en el estado Zulia, ya deberíamos haber superado aquel sarampión de la infancia. Lo cierto es que no se ha hecho.

Una y otra vez malbaratamos y el petróleo no se sembró.

Providencia generosa

Generosamente, el destino nos ha vuelto a brindar reiteradamente la oportunidad y se ha vuelto a desperdiciar sin el menor aprendizaje de la lección.

Y la alerta es la siguiente: esta es una oportunidad que puede no volver más.

Baste decir, por ejemplo, que en 1998 podíamos producir 3 millones 167 mil barriles de petróleo al día, con posibilidades de ampliar aún más nuestra productividad.

Al día de hoy, estamos en apenas 696 mil barriles diarios.

Una gran pregunta…

¿Qué nos pasó?

Muchos han abrigado la esperanza de que la invasión rusa a Ucrania, con sus consiguientes aumentos en los precios de los hidrocarburos en el mercado mundial como consecuencia del conflicto, puedan significar un nuevo e importante ingreso para nuestro país.

La pregunta es: ¿estamos preparados?

Con una buena parte de nuestra fuerza laboral de la industria petrolera viviendo en otras naciones y padeciendo una infraestructura tremendamente deteriorada, no estamos en capacidad de ser un proveedor confiable en el corto plazo.

Si no aprovechamos estas últimas oleadas en las cuales el mercado petrolero mundial puede estar soplando a nuestro favor, correremos el riesgo de que esa riqueza de la cual tanto nos hemos ufanado, se quede para siempre bajo tierra, sin capacidad de aportar al bienestar y la superación del país.

¿Estamos rezagados?

El mundo avanza en formas más eficientes de producir energía eólica, solar e hidroeléctrica.

Los vehículos híbridos y eléctricos se multiplican en medio del trago amargo que es la crisis energética actual, por lo cual los carros de gasolina podrían quedar como una antigüedad en poco más de 20 años.

Sí, esta puede ser nuestra última oportunidad de sembrar realmente el petróleo, de aprovechar sus ingresos para potenciar la educación, la infraestructura y la salud, para diversificar nuestras potencialidades de riqueza.

Un duro reto

Sin querer ser pesimistas, no la vemos fácil.

La urgencia de un giro de 180 grados en nuestra concepción como país tiene muchos motivos; pero quizá el más urgente es no perder el último tren de la oportunidad petrolera.

Que el siglo de los hidrocarburos no quede inscrito en nuestra historia como un fracaso.

@DavidUzcategui

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