Estimado lector, recientemente conversé con una periodista quién comenzó la entrevista con la pregunta:
“Profesor, ¿cuáles son los estímulos que tienen los jóvenes bachilleres para querer ser educador?”.
Debo confesar, que no me esperaba una pregunta tan buena y difícil.
Algunos, podrán decir ¿cuál es la dificultad?
Con responder que no hay estímulos es suficiente…
Los estímulos: ¿dónde están?
Sin embargo, como profesores y maestros estamos obligados a ser fieles con la realidad al mismo tiempo que promovemos y motivamos los cambios necesarios en nuestros estudiantes, sus familias y en la sociedad.
En ese sentido, como profesor activo me vi en la obligación de plantear la respuesta desde dos enfoques complementarios: la cruel realidad y los motivos de esperanza
- La cruel realidad, nuestros docentes no reciben una remuneración adecuada por el trabajo que realizan, algún lector puede decir “yo tampoco, aún así salgo todos los días de madrugada y regreso de noche”.
Pues, estimado lector hay una gran diferencia entre las responsabilidades docentes y las de cualquier otro profesional.
No solo porque el trabajo del docente implica el cuidado y formación de nuestros seres más queridos, nuestros hijos.
Los errores o equivocaciones de los docentes se multiplican diariamente, son trasladados y multiplicados por sus alumnos a donde vayan; donde estén.
Eso no sucede con los médicos, ingenieros o arquitectos; carreras donde sus equivocaciones no se multiplican en forma de cascada.
Situación que desalienta
Un ejemplo de ello es la precariedad del empleo de muchos recién bachilleres en tiendas por departamento, con debilidades en competencias esenciales: comprensión lectora, expresión oral, redacción, ortografía y pensamiento lógico.
Sus debilidades les limitan acceder a mejores posiciones en las empresas, rezagándolos al manejo de inventario, la limpieza, vigilancia, etc.
Para colmo de males, los docentes no reciben apoyo de su órgano regulador oficial, por el contrario, en muchos casos son perseguidos y amenazados con la pérdida de su puesto si manifiestan su descontento ante las políticas oficiales.
Recientemente, tuvieron que protestar para lograr el pago “adecuado” de su bono vacacional.
En búsqueda de los estímulos
De allí lo importante de las condiciones socioeconómicas de la carrera docente, el maestro modela es ejemplo de vida para nuestra juventud.
Dicho ejemplo no puede ser el de una persona agobiada, cansada o ignorante.
Es esencial, que el docente desborde serenidad, vitalidad y seguridad académica; son los ejemplos que el estudiante desea y quiere copiar.
Todo este panorama lo ve, lo siente y lo sufre el estudiante; quien observa con tristeza la desmotivación y desilusión de su profesor; no con ellos como alumnos, con la sociedad que cada día les valora menos.
Se me acaban los caracteres pero antes quiero dejarles un enlace sobre el sistema educativo en Finlandia:
Los maestros y la confianza, los pilares del sistema educativo de Finlandia publicado por el Banco Mundial como un ejemplo de lo que se pueden hacer mejor las cosas.
En el siguiente artículo nos dedicaremos analizar los Motivos de Esperanza
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