Hay puertas que hay que cerrar, por Guillermo Tell Trocóniz.
En estos días me encontré con un post de mi querida amiga Giwualia Parra @giwiparra que decía “A veces es bueno cerrar algunas puertas, no por orgullo, ni soberbia, sino porque ya no te llevan a ninguna parte” ¡Sencillamente genial!
¿Cuántas veces estamos empeñados o en mantener una puerta abierta, o intentar abrirla a juro? ¿Cuántas veces esa puerta que pensábamos nos llevaría a tal o cual sitio, nos llevó a otra parte o peor a ninguna parte? Lo más triste de esta situación, es que nos empeñamos en permanecer en espacios, relaciones, empleos, y un largo etc, porque es lo que hay que hacer. Porque es lo que siempre había querido, soñado, o me correspondía.
Cuando tenemos abierto una puerta y como caballos con gríngolas no volteamos, pensamos que ¡la única realidad es esa, que la única opción es esa, que mi única manera de vivir, es esa!
Al cerrarla, y bien como dice su autora, no por soberbia ni orgullo, podemos decir que hasta por hastío y créeme que, el hastío es el primer paso a la conciencia, al darte cuenta, porque cuando dices ¡hasta aquí! Es como una especie de revelación, es el momento en el que eso que era normal, lo cotidiano, lo único, se vuelve en intolerable y comienzas el camino al cambio.
Pero cerrar una puerta es como cerrar un ciclo, debes hacerlo de verdad, no la puedes dejar entre abierta. No puedes fisgonear a ver qué pasa, cerrar es cerrar, como perdonar es perdonar. Se toma lo aprendido y se asume, se internaliza y se sigue, sino esa puerta seguirá abierta. De otro color o forma, pero en el fondo es la misma y siempre tendrás la tentación de volver abrirla.
Al cerrarla, abres la oportunidad de voltear la cara a otras partes, y te aseguro que otras puertas esperan por ti. Incluso hasta ventanas, para que te asomes y visualices el camino, pero levanta la mirada. Se humilde pero confía, confía en ti y en tus decisiones, no puedes encontrar caminos, puertas o ventanas mirando al piso, tampoco al cielo.
Así que no seas orgulloso y soberbio, respira, mira de frente y atrévete a abrir otra y otra y otra. Pero recuerda siempre, cerrar aquello que ya no te lleva a ninguna parte.
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