Desde el inicio de la pandemia de la COVID-19, los organismos internacionales y nacionales adoptaron como medida, ciertamente efectiva, el uso del tapabocas, el lavado de manos pero el más importante de todos, el distanciamiento social. Un metro y medio puede garantizar que no te infectes de coronavirus.
Cuando lo oímos, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta Maduro, creo que tuvimos escepticismo. Sin embargo, aquellos que afortunadamente no nos hemos contagiado podemos rememorar este año por completo y sabremos, que hasta inconscientemente, hemos estado separados y probablemente sea uno de los factores que nos haya permitido permanecer sanos.
Ahora bien, el Poder Electoral venezolano convocó a elecciones, en las cuales normaron los puntos para el desarrollo de la misma, pero especialmente las medidas de bioseguridad a la hora de realizar el período de campaña.
El artículo 11 de la norma especial para las elecciones parlamentarias 2020, publicada el 30 de junio del presente año, abrió la brecha sobre el tema de la pandemia en el proceso electoral y sobre todo es directa donde dice: “El Poder Electoral, por órgano del Consejo Nacional Electoral, dictará todas las medidas extraordinarias necesarias para prevenir el contagio de la enfermedad”.
No crean que soy muy técnico, es que quiero resaltar mucho eso para la preocupación que vengo a expresar: ninguno de los abanderados cumple las medidas de bioseguridad en los distintos actos de campaña de todas las alianzas.
El Gran Polo Patriótico, Alianza Democrática, Alianza Venezuela Unida y hasta los que van solos, exponen al poco voto joven que se suma, a un posible contagio de COVID-19 al no respetar el distanciamiento social y el incorrecto uso de tapabocas.
No, no es una cuestión de crítica, es un llamado de alerta. Los mítines del partido de gobierno aglutina a personas sin respetar el distanciamiento, las movilizaciones en Carabobo del partido evangélico se hacen sin el correcto uso del tapabocas así como los demás: los socialistas opositores, los que pican y los que son liberales pero populistas.
Ahora bien, he seguido de cerca los discursos de los pocos, muy pocos, candidatos jóvenes de todas las alianzas y lo que más repiten es: “queremos ser la voz de los jóvenes en la Asamblea (Nacional)”.
No los quiero ofender y les voy a regalar un dato sin cobrarles la asesoría: la desconexión política con los millennials (nacidos después de los años 80) y de la generación Z (a partir del 97) radica en la ignorancia.
Con esto quiero decirles, más directamente, que el voto joven no busca en este momento país de una voz que hable por ellos, sino encontrar su propia voz por falta de credibilidad política.
Para dejárselos más claro, las políticas públicas, discursos y liderazgos que ellos sientan, no identificados sino, mimetizados, es donde van hacer click. Lo que en conclusión hace es que al percibir que las opciones políticas no les brindan seguridad de salud, ni siquiera en una rumba (mitin de campaña) entonces es probable que genere rechazo a la larga. O al menos que sea pago.