La Chispa de la vida, por Guillermo Tell Trocóniz.
Hoy está dando mucho de que hablar la película Soul de los estudios Disney/ PIXAR. Créame que no voy a ser un pesado y la voy a contar acá. Se la recomiendo para que sea usted mismo quien saque sus propias conclusiones. Pero, sobre todo, sus reflexiones.
Pero sí podemos hablar del tema, La chispa de la vida, entendiendo que esa chispa se refiere a aquello que me mueve, me motiva, me inspira. En la película, un alma que muere sube a un lugar, ya era su tiempo.
Sin embargo, él pensaba que no y llega a aquel espacio dónde las almas jóvenes se les asigna personalidades, actitudes, y características que viene a desarrollar en la tierra, ¿no sé si es usted de los que cree o no?, en que somos un alma en constante evolución, que cada situación, decisión, circunstancia que vivimos, forma parte de ese proceso de maduración que nos permitirá un acercamiento mayor con nuestra real conciencia y por ende con la unicidad de la que venimos y formamos parte, que eso que vinimos aprender, nos da un escalón más y si no lo hicimos, vamos a repetir la historia, en otro tiempo, con otro nombre, hasta que la asignatura este aprobada y así sucesivamente pero esa es mi manera de verlo, respeto la suya.
Ahora volviendo a la chispa, es mucho más que un propósito. Es darme cuenta que la vida no es ser el premio Nobel, actor, futbolista, buen padre, amigo, y el largo etc. el que usted quiera colocar, la chispa es más simple.
¿Por qué lo digo? Cuántas veces ha estado usted deseando algo con locura y al lograrlo lo disfruta unos instantes y luego se dice ¿esto es todo? ¿y ahora?
Pensamos que el tener algo, estar con alguien, llegar a un lugar es lo que nos va hacer felices, le dará sentido a nuestra existencia y al conseguirlo, nos sentimos vacíos, sin la chispa. Eso es porque estamos colocando en aquello que queremos, el sentido mismo de nuestra existencia.
Les voy a contar algo que me pasó hace años en La hora del Gato, mi programa de radio de los 90´s. Estábamos hablando sobre discapacidades y una persona invidente me llama, luego de una muy emotiva intervención le pregunto ¿me puedes decir lo que un ciego puede ver?
Hoy, 26 años después, tengo clara su respuesta y viva su enseñanza. “Yo veo las aves, el mar, las montañas, el cielo, el sol, las estrellas, la gente, todo eso para lo cual el ciego eres tú”, ¡que grande, que sabio! ¡Y lo logra ver porque está vivo!
Y no está vivo porque respira, está vivo porque está consciente de su momento presente, está en el aquí y el ahora. Sabe que eso que llamamos vida, es eso que tenemos en este momento, no lo que ya pasó, no lo que vendrá, no, es esto que hoy tengo y soy.
Ahora, ¿eso que tengo y soy me gusta? Eso ya es otra cosa. Estoy donde estoy por mis decisiones, por lo que he hecho o dejado de hacer. Pero el punto es ¿has disfrutado el viaje? ¿hasta aquí que tanto has vivido? Y no es nadar con tiburones o subir el Everest, si lo deseas, ¡pues bien!.
Pero ¿qué tal el viento en tu cara?, ¿cómo sientes el calor del sol en tu piel?,¿las escuchas? Son las aves, han estado allí siempre, acompañándote, ¿qué te hace sentir eso? Estás vivo, estas aquí, y esa es la verdadera chispa, no el título, el trofeo, la casa o los millones, ¿quieres un título? Gradúate en la Universidad de la vida, ¿quieres un trofeo? Corre en ésta carrera que llamamos vida, tu cuerpo es tu casa y eres millonario en amor, así que, ¿qué esperas para encender tu chispa?
Es como morir y volver a nacer, sí, así tal cual. Porque cuando me doy cuenta de que estoy vivo y de que vivo para mí y para disfrutar los instantes sencillos, cotidianos, la grandeza de lo simple, ¡es cuando comienzo de verdad a estar vivo!
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