La ética no es cuestión de modas o una simple premisa retórica. La ética es “el éter” en el cual flotan todas nuestras acciones. Más cuando laboramos con público debemos tener, como profesionales, ética.
La falta de ética es como una polilla que se come poco a poco el tejido social, pareciera que el esfuerzo de las universidades por incluirla como materia en el currículo académico ha sido en vano.
Recientemente visité una entidad bancaria y observé la actuación de sus funcionarios, gente con una presencia impecable, unas jóvenes con rostros de postal, un personal con ímpetu, pero a mi entender muy alejados de lo que significa trabajar con público, desprovistos de ética.
Esa ética inexistente
Durante mi estancia se suscitó una situación desagradable con una señora de tercera edad que casi llegaba a la taquilla, después de haber realizado una larga cola.
Justo en ese momento llegó el funcionario de seguridad con una persona donde la muy elegante y joven cajera le ha dicho a la cliente que le tocaba el turno “Espere mientras lo atiendo a él”, quizás amigo, familiar, una figura dizque importante, pero la conducta demostrada no es la correcta.
Eso provocó una gran algarabía en los presentes, quienes vociferaban cualquier cantidad de expresiones por la ira.
De inmediato salió la gerente e indicó al funcionario de seguridad que le pusiera orden a la gente y entre sus expresiones dijo: “parecen chusmas”.
Lo más triste de la atención al famoso personaje fue observar que al final el favor costó una barra de chocolate, sin duda alguna, si aquellos gritaron por defender sus derechos, ésta linda joven quizá no es chusma, pero tiene un “rancho” en su cerebro, pues ha lanzado al suelo su más cara joya: sus valores por una golosina que al instante ya no es nada, mientras su ética ha quedado sepultada.
Una ética para estudiar
Interesante caso de estudio que obedece al análisis por parte de quien tiene la responsabilidad de dirigir la entidad, porque se observa la decadencia en la gerencia.
Un grave problema es que la actuación ética en verdad no se enseña, se aprende por mimesis.
¿De donde seleccionar quienes pudieran impartir esta asignatura que más que una suma de información es un sentir?
No es de “caletrearse” algún decálogo sino de vivirlo, internalizarlo.
Si ya era grave lo de una profesora del Pedagógico de Caracas, jefa en el área de ecología, que tiraba basura por la ventana mientras manejaba, entonces cómo calificaríamos el de una recién graduada que exigió la cátedra (¿hereditaria?) de su papá apenas muerto, le fue otorgada e impartió usando puro material robado, muy irónico si la materia era justamente Ética y la institución la universidad de más alto nivel en el país.
Desmadre moral
La falta de ética es corrupción institucional. Falta de ética y corrupción, dos caras de una misma moneda falsa.
Estos casos no solo se presentan en las entidades bancarias, sino en muchas dependencias públicas y privadas …y no desde ahora.
Este flagelo tiene sus raíces en la primera escuela que es la familia, en la que desde temprano se va enseñando al individuo la llamada “viveza criolla”, la que ha causado en nuestra esfera social la más desequilibrada dinámica.
Sin duda estamos en una selva de “sálvese quien pueda” (hablando de selvas, en el Darién se manifestó, reventó, de la manera más desbocada y triste la falta de ética).
¿Discriminar o no discriminar?
Mi asombro fue observar la sede bancaria minada de carteles: “No a la discriminación” (en teoría) pero en la práctica reina la vil discriminación. Seguimos repitiendo como loros, frases y expresiones por cumplimiento, pero no están internalizadas en nuestro actuar.
A las escuelas y universidades debemos reforzarlas para que nuestros profesionales no solo demuestren amplias y sobresalientes competencias aptitudinales, sino que sobresalgan las cualidades actitudinales como servidores humanizados.
Sudeban debería estudiar la posibilidad de ir formando en ética a los funcionarios bancarios, o el problema continuará creciendo y en vez de realzar la imagen de sus instituciones las sepultan.
Aún hay chance
Estamos a tiempo de corregir, para que la historia de la barra de chocolate no se repita.
Los obsequios deben ser solo eso, no compromisos ni métodos para tumbar nuestros valores y ética, que son de toda la vida. Usted decide si minarse de vitalidad o infestarse de termitas.
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