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Los tramoyeros no construyen

Jueves, 09 de noviembre de 2023 a las 07:00 am
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Tramoyeros es una palabra aun no reconocida, como algunos dicen: no existe. Ojalá los tramoyeros tampoco existiesen.

Tramoya es una palabra que describe un mecanismo usado en los teatros (eso me acaba de decir el diccionario) para cambiar rápidamente los escenarios.

Esta palabra también describe la parte oculta de un negocio, y también un engaño inteligente.

Tramoyista sí es una palabra aceptada, que es quien trabaja con las tramoyas del teatro.

Pero para quien actúa con las tramoyas del engaño en las calles de mi pueblo inventaron y usan la palabra tramoyero.

La naturaleza de los tramoyeros

Muchos tramoyeros son estafadores de oficio pero no siempre se dedican a esa actividad. Ellos construyen engaños con dedicación y experticia.

Si han practicado teatro eso les resulta de gran ayuda (es un plus) porque el tramoyero engaña con su actuación, acude a la sensibilidad de sus engañados.

Él, a los ojos de su público cautivo, se convierte por artes de birlibirloque, en una víctima y no en el pérfido engañador que en realidad es.

Un tramoyero es un truhán inteligente, un egoísta que tiene el fino arte de hacer creer que los egoístas son los otros.

Genialidad del engaño

Logra con estudiados engaños crear una opinión falsa entre sus embobadas víctimas.

Los tiempos de elecciones es la época ideal para que los tramoyeros florezcan sus malvadas artes.

Un tramoyero no sale silvestre, requiere formación para alcanzar la plenitud.

Eso lo logra practicando codo a codo con viejos tramoyeros, mejor aun si éstos son sus parientes, así se mezcla la enseñanza con los hábitos de familia.

Ambiente y genética. Un tramoyero es un personaje muy de esta época: antes los padres cuando el hijo recibía algún rechazo (o quizás una tunda) en la calle y llegaba a casa haciendo el papel de víctima, ellos inquirían

Tramoyeros de herencia

“¿Y tú que habías hecho?”, ahora vemos al contrario padres que van a reclamar violentamente a los maestros, sin antes averiguar, por lo injustos que supuestamente han sido con sus hijos.

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Eso es una invitación para que sus hijos devengan en tramoyeros, en cualquiera de sus variantes: mentirosos compulsivos, políticos tramoyeros, estafadores o simplemente delincuentes.

En esta sociedad sumergida en la anamorfosis, donde cada quien expresa cualquier cosa que se le ocurra sin importarle que pudiese dañar la hoja de vida de una persona. Todo porque buscan con desespero, algo de que carecen, creyendo que al obtenerlo serán felices, sin importar los medios.

Se mezcla con la envidia

En el escenario social la envidia y la tramoya están incidiendo en el conglomerado, nos hemos dedicado por años a señalar los defectos del otro, pero no hacemos absolutamente nada para edificar nuestras conductas por la senda correcta.

Es la hora de un acercamiento sincero y honesto para construir el país, es urgente salir del atajo, la mediocridad y la tramoya, de lo contrario seremos unos individuos con una autoestima pobre y lastimada.

Los envidiosos y los tramoyeros no viven solos sino que conviven con la crítica y la murmuración, es decir con el chisme.

Son actitudes que consumen nuestras fuerzas, convirtiéndonos en excelente “opinólogos” pero pobres constructores de nuestra propia sociedad.

Es lamentable que muchas figuras de la escena política recurran a la tramoya para hacerse sentir, para demostrar sin lugar a dudas su espíritu vacío, torpe e inepto, que conduce hacía el flanco equivocado, hacia el otro, en lugar de buscar dentro de ellos mismos sus mejores oportunidades.

Esas vidas enajenadas

El mundo está plagado de vidas enajenadas, vidas obsesionadas por los logros de terceros, son vidas que no pueden ver lo que ellas mismas tienen por delante.

Son vidas que se niegan a reconocer al otro, simplemente son espíritus miserables.

Desperdician demasiado tiempo en los otros, cuando tienen que ocuparse de ellos mismos.

Si están desganados dicen se me pasó el tiempo, lo haré mañana, pero mañana tendrán el mismo resultado.

Necesitan romper el círculo de la crítica y el enjuiciamiento.

Es triste que gente que podría aportar al país se dediquen con ahínco a construir el concepto de tramoyero, porque es un flagelo terrible, una especie de hambre espiritual.

Producto de la ignorancia

Es el triste resultado de la ignorancia que les ha inculcado que la tramoya es la vía al triunfo.

La búsqueda personal es lo que le da sentido a la vida de cada quien. Las metas y objetivos ligan los destinos. Los sueños y propósitos enfocan las energías y acciones. No hay que llegar donde está el otro, solo superar los propios logros y sus límites.

Atentos, porque el silencio de tramoyeros y envidiosos está lleno de ruidos.

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