Desde la contienda entre China y Estados Unidos hasta el surgimiento de algunos gobernantes populistas en América Latina, sumado a las tensiones en Medio Oriente, las empresas y los inversionistas siempre han dado un paso adelante, considerando que las consecuencias económicas de estos conflictos serían contenidas.
Es por ello que, durante la última década, la intensificación del riesgo geopolítico ha sido una característica constante de la política mundial y los mercados financieros globales han descontado esta prima de riesgo y por lo tanto han tenido un crecimiento más moderado en comparación con otras décadas.
Momento de ruptura
Lo probable que el conflicto Rusia-Ucrania rompa este patrón, ya que es tan real su efecto que hasta Suiza ya salió de su neutralidad eterna y fijo posición lo que resultará en el aislamiento de la undécima economía más grande del mundo y uno de los mayores productores de materias primas.
Por tal motivo, las implicaciones globales podrían ser: una mayor inflación; un menor crecimiento económico; y una alta perturbación de los mercados financieros, a medida que se impongan sanciones más profundas y se requieran nuevos intermediarios será todo más costoso.
Aunado a ello, las consecuencias a largo plazo podrían ser: un mayor debilitamiento del sistema de cadenas de suministro globalizadas y de los mercados financieros integrados que ha dominado la economía mundial desde el colapso de la Unión Soviética en 1991.
Una muralla histórica
Recordemos que, el territorio ucraniano ha servido como una zona de protección para Moscú desde la época de la invasión napoleónica de 1812, sin dejar a un lado la visión dominante del nacionalismo ruso que asume a Ucrania como una Nación hermana y, más aún, que es el corazón del nacionalismo de Rusia.
Es por ello que, existe un escenario en el cual Putin ha sido personalmente desplazado, por lo ocurrido en Ucrania durante su mandato, cuando sus recurrentes esfuerzos para instalar líderes prorusos en Kiev no han dado los frutos esperados.
Se genera así una expectativa sobre la seguridad nacional y que su nación se sienta rodeada en los últimos años por las “fuerzas norteamericanas disfrazadas de OTAN”, lo cuale le da la fuerza para actuar.
Error de cálculo
Ahora bien, los cálculos políticos, económicos y militares quizás en este momento no están acertados en su totalidad, pero el hecho de sentarse nuevamente en la mesa que esperemos sea de negociaciones, da un aire de reconsideración en la búsqueda de una salida, la cual no afecte en lo interno ni se vea como la aceptación de un capricho que a Rusia le va costar mucho más a largo plazo.
Sin embargo, los mercados se acomodarán, la democracia se restaurará, el orden mundial se reorganizará , pero la reinserción económica de Rusia va a tardar un poco más.
El uso de aliados que puedan intermediar económicamente frente a las necesidades de importación y de exportación elevará los costos y por ende el abastecimiento, pero definitivamente está tragedia tendrá un alto costo en vidas inocentes, el cual no va a ser olvidado por la comunidad internacional.
El falso nacionalismo
Al opinar desde latitudes que no sufrieron los ataques de una Segunda Guerra Mundial, donde no se conoció una Alemania nazi,hace difícil poder comprender la radicalización de Europa frente al expansionismo nacionalista que pudiese estar detrás de la falsa sensación de seguridad y defensa que desde Rusia se vende.
La realidad es que Ucrania geográficamente parece lejana, pero las consecuencias económicas de un apoyo incondicional a Rusia podrían afectar nuestra economía nacional, en particular por las sanciones impuestas a nuestro país y ello se traduce en realidad económica, teniendo en cuenta que no somos solo espectadores en esta ocasión, sino que estamos jugando en el tablero y no necesariamente como una alfil o un caballo.
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